jueves. 05.06.2025

¿Qué pasa cuando la Navidad no encaja en tu vida?

Estas fechas, tan marcadas por las tradiciones y la convivencia, pueden despertar emociones complejas: nostalgia, soledad o incluso la necesidad de desconectar
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¿Qué pasa cuando la Navidad no encaja en tu vida?

Una silla vacía que antes ocupaba alguien imprescindible. Una cena familiar cargada de tensiones que no quieres repetir. Una preferencia por la tranquilidad frente a la agitación de las fiestas. O simplemente, un momento difícil en el que la alegría parece una obligación imposible.

La Navidad no siempre es sinónimo de felicidad para todos. Estas fechas, tan marcadas por las tradiciones y la convivencia, pueden despertar emociones complejas: nostalgia, soledad o incluso la necesidad de desconectar. Como explica Iria Fernández, psicóloga del Centro de Psicología Resiliencia de O Barco, «la presión social y las expectativas familiares hacen que muchas personas vivan estas fiestas con más estrés que alegría».

La Navidad se presenta, año tras año, como un periodo de alegría colectiva: luces en las calles, mensajes optimistas y familias aparentemente felices. Pero esta imagen dista mucho de ser la realidad para todos. Iria Fernández señala que en consulta se repiten patrones como el miedo a la soledad, la nostalgia por los que ya no están y las tensiones familiares.

«Hay personas que ven amplificada su percepción de aislamiento porque todo alrededor parece remarcar lo que no tienen: compañía, una familia con buena relación o simplemente estabilidad emocional», asegura Fernández.

La publicidad y los medios también juegan su papel, asegura. Los anuncios refuerzan el imaginario colectivo de reuniones perfectas y felicidad sin grietas, lo que, según Fernández, «hace que las personas se sientan aún más alejadas de ese ideal si no cumplen con él».

Soledad: ¿imposición o decisión?

Aunque muchas veces la soledad en estas fechas es un sentimiento impuesto por las circunstancias, también puede ser una decisión consciente, afirma Iria. Para algunas personas, estas fiestas son un momento de desconexión, lejos de la sobrecarga de interacciones sociales.

«La soledad elegida puede ser un espacio para reflexionar, descansar y recargar energías. Es una manera de protegernos de entornos o situaciones que no nos aportan», explica Fernández. En estos casos, es fundamental no ceder a la presión social y respetar los propios límites.

Por otro lado, para quienes experimentan una soledad impuesta, la psicóloga recomienda reconectar consigo mismos: «Es importante dedicar tiempo al autocuidado, salir a pasear, explorar nuevos hobbies o incluso viajar. La clave no es evitar el sentimiento, sino aprender a gestionarlo».

Cuando la tristeza y la nostalgia se convierten en compañeras de las fiestas, es crucial no ignorarlas. «Conectar con nuestras emociones y darles espacio es el primer paso», comenta Fernández. Sin embargo, propone redirigir la energía hacia actividades que aporten bienestar, como el autocuidado, mimarse, ya sea con un baño relajante, un buen desayuno o una tarde viendo películas. Otra opción es la actividad física. El deporte libera endorfinas y ayuda a mejorar el estado de ánimo.

Iria señala que también se puede optar por la socialización selectiva, es decir, organizar una Navidad alternativa con amigos o personas afines y que puede ser más enriquecedor que una reunión forzada. También se puede aprovechar para hacer una exploración personal que consiste, explica la psicóloga, en hacer actividades como leer un libro pendiente o aprender algo nuevo. «Dedicar tiempo a lo que realmente motiva puede ser transformador», concluye.

Respetar para entender

Para Iria Fernández, el mayor desafío no solo recae en quienes viven estas emociones, sino en su entorno: «A veces insistimos en que alguien participe en celebraciones pensando que estamos ayudando, pero podemos generar el efecto contrario». La empatía y el respeto son esenciales.

Cada Navidad es diferente para cada persona, y eso está bien, afirma la psicóloga. No todos comparten la misma historia ni necesitan lo mismo. Por eso, asegura, quizás este año sea el momento de mirar más allá de las luces y los brindis y recordar que, detrás de cada «Feliz Navidad», puede haber una historia que merece ser escuchada.

¿Qué pasa cuando la Navidad no encaja en tu vida?