domingo. 08.06.2025

La importancia de cuidar la salud mental tras una catástrofe natural

Hace un mes que la DANA más devastadora de la historia arrasó Valencia dejando más de 200 víctimas mortales y miles de damnificados. Las escenas de destrucción, la pérdida de hogares y negocios, y el impacto emocional de las personas que lo han perdido todo afectan incluso a quienes no lo han vivido de forma directa
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La importancia de cuidar la salud mental tras una catástrofe natural

Los desastres naturales, como este fenómeno, tienen un impacto emocional particular debido a su carácter incontrolable e inesperado. Según Iria Fernández, psicóloga del Centro de Psicología Resiliencia, la rapidez con la que ocurren y la incapacidad para prevenirlos generan altos niveles de ansiedad y estrés. «Lo incontrolable de estas situaciones hace que no podamos afrontarlas de la misma manera que otras crisis. No tenemos herramientas para frenar algo así, y eso nos deja en una sensación de vulnerabilidad extrema», señala.

Este descontrol y el choque emocional se agravan cuando las estrategias habituales de prevención no son suficientes, como ocurrió con muchas víctimas que intentaron salvar sus pertenencias. «Lo que otras veces funciona, como mover el coche de un garaje, esta vez se convirtió en un riesgo fatal porque la magnitud de la DANA superó cualquier preparación previa», explica.

Para afrontar el impacto emocional, Fernández subraya la importancia de establecer límites en la exposición a las noticias, especialmente en momentos donde abundan los bulos y la información alarmista. Aunque estar informado es necesario, un exceso de detalles puede aumentar el pánico. «Hay que saber poner un límite a la sobreexposición. Estar pegados todo el día a la televisión o las redes sociales, viendo imágenes devastadoras, solo amplifica el miedo», explica.

Mantener las rutinas también es clave. En contextos de catástrofe, conservar los hábitos diarios, especialmente en niños, ayuda a restablecer una sensación de normalidad y seguridad. Fernández destaca que, para los más pequeños, es esencial mantenerlos en su grupo escolar o adaptar las actividades de forma que sufran los menores cambios posibles, ya que la pérdida de rutinas afecta gravemente su estabilidad emocional.

Otro de los pilares fundamentales en la recuperación psicológica es la conexión con otras personas. Hablar con familiares, amigos o profesionales permite procesar lo ocurrido y romper los ciclos de pensamientos obsesivos o de culpa que suelen surgir tras este tipo de tragedias. Según Fernández, compartir lo que sentimos ayuda a obtener una perspectiva diferente y a evitar que las ideas negativas nos atrapen.

Además, participar en la recuperación activa, aportando ayuda material o emocional, no solo beneficia a los afectados, sino también a quienes colaboran. «Sentir que estamos haciendo algo, aunque sea pequeño, como donar ropa o llevar alimentos, nos da una sensación de propósito y conexión con los demás», afirma.

Sin embargo, las secuelas psicológicas pueden manifestarse de diversas maneras y con diferente intensidad. Fernández apunta que el miedo, la ansiedad, los cambios en los patrones de sueño y alimentación, así como dolores físicos o pensamientos obsesivos, son síntomas comunes.

Aunque estas reacciones son normales, si persisten en el tiempo, es importante buscar ayuda profesional. Las personas mayores, los niños y aquellos con problemas psicológicos previos son especialmente vulnerables, por lo que necesitan un apoyo adicional para afrontar la situación.

A pesar de las dificultades, Fernández ofrece un mensaje esperanzador: «Las personas somos resilientes por naturaleza. Aunque en el momento todo parezca insuperable, con el tiempo solemos encontrar herramientas para seguir adelante». Para quienes no puedan superar las secuelas por sí solos, buscar apoyo psicológico es una opción necesaria y completamente válida.

En un contexto donde los desastres naturales son cada vez más frecuentes, cuidar nuestra salud mental es tan esencial como reconstruir infraestructuras. «No podemos controlar lo que ocurre a nuestro alrededor, pero sí cómo lo afrontamos. Es ahí donde reside nuestra fortaleza», concluye Fernández.

La importancia de cuidar la salud mental tras una catástrofe natural