A las 12.30 repicaban las campanas y hacían sonar el tercer y último toque que anunciaban la fiesta de San Antonio en la parroquia de Santiago Apóstol de Petín. Luego las bombas de palenque y tras ellas los cánticos que anunciaban la salida del Santo.

No eran muchos los fieles que se congregaron a las puertas de la iglesia esperando a que saliera el santo. Los de siempre, es verdad que estaban, pero el día laboral no dejó que más personas asistieran.

La primera en salir de la iglesia fue la cruz guía entre las manos de Javier López «Parrita», detrás el santo portado por Antonio —Petra—, Luis —de la Orfelina—, Pepe —Chancanchán— y Faustino —Sallas—. Detrás el párroco, Lisardo Paradelo, seguido por la charanga.

El tiempo respetó la salida de la procesión que se hizo en su versión corta, de la iglesia a la plaza y vuelta al templo. Dentro, el coro aguardaba para amenizar la homilía que tuvo su punto álgido con el cántico del «Padre Nuestro».
Al término de la misa, un vermut o algún que otro refrigerio mientras la música de la charanga animaba el día, triste y lluvioso. Luego a dar buena cuenta del cocido que aguardaba en las casas.

Porque, en San Antonio lo típico es comer cocido y luego, tiempos ha, la ucheira —postre típico del horno de Petín— era el postre preferido por los comensales, aunque también el resto de turrones y polvorones que quedaron de la navidad.

Antes era la fiesta de los «quintos» —jóvenes que ese año se iban a hacer el servicio militar— y que utilizaban lo que les sobraba tras pagar la fiesta para llevarse al destino militar. Pero eso eran otros tiempos, ya muy lejanos.

Lo que sigue muy vivo son las ganas de los vecinos de Petín por la fiesta, por las viandas en la mesa y el disfrute con los amigos.
Coedo también celebró a San Antonio
Estaba prevista la salida de la procesión para las 13.00 horas pero en esta localidad barquense, la lluvia no dejó que el santo de los animales recorriese las calles del pueblo.

La capilla se llenó en esta segunda misa —la primera tenía lugar a las 11.00 horas— . No faltó a las puertas del centro de culto la vendedora de rosquillas que año tras año endulza la fiesta.
