s
)
)
Desde hace apenas quince días, en Marcelino Suárez 21 se respira un ambiente nuevo. Donde durante años funcionó un local centrado únicamente en comida para llevar, hoy se encuentra una vinoteca renovada que invita a entrar, sentarse y brindar. Su propietario, Freddy Ramírez, lo cuenta con satisfacción: la idea llevaba tiempo rondando, pero fue este verano cuando tomó forma definitiva.
La experiencia en el restaurante de las piscinas este verano—donde su cocina tuvo una gran acogida— les dio el impulso que necesitaban. «A la gente le gustó nuestro sabor y decidimos seguir ese camino», recuerda Freddy.
El nuevo espacio combina vinoteca y restaurante, con una oferta variada de vinos de Valdeorras y de distintas zonas de Galicia, pensados para disfrutar tanto en copa como acompañando la comida. El local sigue ofreciendo comida para llevar, pero ahora suma un ambiente acogedor para quienes prefieren quedarse a comer o cenar. «Teníamos en mente montar una vinoteca, pero también queríamos ofrecer comida. Así nació este concepto mixto», explica Ramirez.
Platos de aquí y de allí, siempre con sabor propio
La carta es amplia y combina platos tradicionales de la zona con recetas que forman parte de su identidad. Entre las opciones más demandadas están los lacones, pollos asados, costillas y callos, junto a elaboraciones que preparan especialmente los fines de semana. También ofrecen otras propuestas de platos venezolanos que han completado su cocina con éxito desde el verano.
«La idea es no desplazar a nadie. Esta tierra nos ha dado mucho y queremos agradecerlo con platos que la gente disfrute», comenta Freddy, agradecido por la acogida que han recibido desde que llegaron a Valdeorras.
La vinoteca trabaja con plato único, abundante, acompañado casi siempre de patatas y ensalada o, si el cliente lo prefiere, arroz. Los precios oscilan entre 10 y 12 euros, pensados para quienes comen fuera a diario o buscan una cena completa sin complicaciones.
Los asados están disponibles todos los días, mientras que otros platos se preparan al momento en apenas 10 o 15 minutos: el tiempo justo para disfrutar de un vino o un vermut acompañado de un pequeño pincho. El horario es de 11:00 a 16:30 y de 19:30 a 00:00. Cierran el domingo por la tarde y los lunes.
No llegan de cero: Break & Bread
Freddy y su equipo ya tenían recorrido en O Barco. Además del éxito en las piscinas, gestionan también Break & Bread, el local de al lado, donde desde primera hora ofrecen desayunos, pastelería, panadería y productos salados. Ese proyecto fue su entrada en la hostelería local, pero no encajaba con la idea de ofrecer comidas completas, así que decidieron separar los conceptos y abrir la vinoteca.
El crecimiento no habría sido el mismo sin el apoyo de su círculo cercano. Freddy destaca el papel de su esposa, Yanina Monsalve, responsable del salado, y los consejos del señor Manolo, de Artesanos Peyma. «Cuando empiezas, da miedo. Tener a alguien sincero que te guíe es una ayuda enorme», reconoce.
Aunque la ubicación no coincide con la ruta más habitual de vinos, poco a poco los vecinos se acercan, entran, curiosean y vuelven. Muchos llegan pensando en comida para llevar y descubren que ahora también pueden sentarse a disfrutar de un vino dentro del local. «La gente se está acostumbrando a que aquí también puede beber. Antes era solo para llevar, pero ahora pueden quedarse y disfrutar», comenta el propietario.
Los primeros días han sido positivos y Freddy ya piensa en adaptar la carta según lo que el público vaya pidiendo. Por ahora, lo más importante es consolidar el concepto: un lugar para comer, cenar y brindar sin prisas.
«Este pueblo siempre nos ha dado cariño y apoyo. Estamos muy agradecidos», afirma antes de volver a los fogones, convencido de que este nuevo rincón de O Barco tiene mucho por ofrecer.
