
Bajo la niebla serena del Sil, la oca que un día se convirtió en «la jefa» de estas aguas ha partido para siempre, dejando un vacío entre los que atraviesan la pasarela entre Viloira y O Barco, o los que caminan por las orillas del río.

Su cuerpo inmóvil apareció en la zona de A Capitana, cerca de los pilares de la pasarela. Su fiel compañero, «El Oco», se niega a abandonarla, custodiándola con la devoción de quien nunca conoció más propósito que protegerla.

Llegó en el verano de 2017, anunciándose con graznidos que rompían el sosiego del río. Desde entonces, su figura altiva y dominante se hizo imprescindible. Gobernaba con determinación a los patos, garzas y cormoranes, estableciendo un orden que solo ella podía imponer.

Niños y adultos se detenían a admirarla, sorprendidos por su porte y la peculiaridad de su mando. Era un espectáculo verla patrullar su territorio, dueña absoluta de las aguas y de la atención de quienes la contemplaban.

Con la llegada del primer invierno y sus fríos, la reina del Sil se ocultó, dejando apenas rastro de su presencia. Entonces, una noticia oscura recorrió la orilla: un perro había atacado a la soberana, y ella desapareció durante un tiempo. Los patos, sin guía, volvieron al caos de sus disputas triviales, nadando al azar y compitiendo por migajas. La vida en el río, desprovista de su autoridad, parecía sumida en el desorden.

Reapareció. Fue bajo la pasarela, marcando su regreso con la misma imponencia de siempre. Volvieron a tirarle pan y las miradas fascinadas de los transeúntes a posarse en ella. Esta vez no estaba sola: junto a ella descansaban dos huevos, promesas de un legado que perpetuaría su reinado. Pero no pudo ser y la prole nunca asomó, el cascarón nunca se rompió.

Y ahora, tras siete años de historia compartida con el río y su gente, la oca ha partido. Su ausencia resuena en las aguas, en las miradas de quienes se asoman al puente esperando verla una vez más.

«El Oco», su eterno compañero, el que la defendía de todos y de todo, el que la acompañaba en sus paseos y velaba sus pasos, se ha quedado solo. Desde Peludines Callejeros Valdeorras se han propuesto aliviar la soledad y están buscando quien la pueda sustituir, pero ella siempre será «la jefa».
