























Después de casi dos años sin vivir el culto a San Francisco Blanco, los vecinos de Outarelo, en O Barco, han asistido puntuales a la procesión que recorre la calle principal del pueblo, con su santo en cabeza.
«Teníamos muchas ganas de que se celebrase, es bonito venir aquí. Las tradiciones tienen que seguir», aseguraba una de las vecinas al recordar la pasada edición en la que el coronavirus no dejó salir al santo por las calles de la localidad.
Los más devotos no perdieron la oportunidad de acompañar al santo hasta el templo que fue mandado construir por el valdeorrés ilustre D. Andrés de Prada y Gómez de Santalla. «Esta celebración la vivimos con devoción, da alegría venir y ver a la gente y al santo», destacaba Nunci, una de las asistentes.
Si bien es cierto que el virus limita la celebración, los asistentes han podido tocar la reliquia, una calavera, después de limpiarse las manos con gel hidroalcohólico para cumplir con las medidas sanitarias. Ninguno de los allí presentes perdió la oportunidad de acercarse a ella para remediar los males de cabeza.
Este año no podía faltar el pulpo y el churrasco para conmemorar el aniversario del martirio de San Francisco Blanco, acaecido el 5 de febrero del año 1596. Tampoco faltaron las roscas benditas con agua santa para evitar los dolores de cabeza durante el año.
Hace unos años se decidió que el primer sábado del mes de febrero sería el día dedicado al santo. Y es que las jornadas laborales provocaron una pérdida de fieles a la celebración. Sin embargo, este año han sido muchos los que reservaron esta fecha para, por fin, rendir tributo al santo de Outarelo.