José Antonio Prada Muradás nació en O Barco hace 69 años, pero a los 10 se mudó con su familia a Lugo y, más tarde, a A Coruña. A día de hoy reside en Oleiros. «Tres de mis abuelos y mis padres eran de Valdeorras, al igual que mi hermana y yo. Siempre he mantenido amigos allí, sobre todo en los veranos y en las Fiestas del Cristo», narra.
Él será el encargado de dar el pregón de dichas fiestas este año. Concretamente lo hará el viernes día 13 a las 21:00 horas en la plaza del Concello. Cuenta el protagonista que lo tiene ya «todo preparado, durará unos 15 minutos y lo haré en gallego». Una decisión que tomó basándose en sus recuerdos: «mis padres lo hablaban entre ellos y la gente que yo escuchaba en las calles de Valdeorras, también».
En su faceta profesional, y tras 15 años presidiendo la Compañía de Tranvías de La Coruña, es lo que define como «jubilado activo, ya que sigo manteniendo un vínculo con la empresa».
Cuando la concelleira de Cultura, Margarida Pizcueta, presentó al pregonero de este año, contó que «é un dos responsables de que o botelo e a súa festa chegasen á cidade herculina». Ahora es él quien se confiesa: «mi relación con el botelo es de amor puro, de gusto».
Vuelve a ahondar en sus recuerdos para volver al patio de sus abuelos en cada matanza. «Lo único que no me gustaba eran los gritos del animal, pero yo era feliz con esas filloas de sangre y con los botelos. Siempre fui un larpeiro», se nota la emoción en su voz. Tanto cariño le tiene a esta comida que «incluso después de fallecer mis padres y mis abuelos, mi hermana y yo seguíamos encargando botelos, aunque no era lo mismo».
Y no solo los encargó, sino que formó parte de la Festa do Botelo da Coruña «desde el primer año, nunca falté a ninguna edición. Es algo que me trae recuerdos de mi niñez y mi juventud». Esta fiesta va ya por su novena edición.
Preguntado por fue su reacción al recibir la invitación de ser el pregonero, confesó haber estado «tentado a negarme porque creía que no era merecedor de tal honor». La decisión final está clara: tras dos días de reflexión confirmó su labor. «Lo haré con mucho orgullo y honor, y también con la responsabilidad de hacerlo lo mejor que pueda».
Con todo, uno de los sentimientos y emociones que más acusan los encargados de dar un pregón es el nerviosismo, pero Prada Muradás se va al otro extremo: «soy muy emotivo, sobre todo al recordar cosas de mi familia, abuelos, de mi matrimonio, de mis hijos o de mis amigos. los nervios no me preocupan, lo que me preocupa es la emoción».
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