No fue solo una degustación. Fue una declaración de intenciones. En O Barco de Valdeorras, el porco celta se sentó a la mesa como lo que es: una raza recuperada a base de trabajo y consumo consciente. Así arrancó este viernes, 12 de diciembre, la campaña de promoción de este producto autóctono, con productores, técnicos, responsables institucionales y cocina local reunidos alrededor de una idea compartida: conservar también pasa por comer.

La presentación sirvió como punto de partida de una serie de acciones que llevarán el porco celta a otros puntos de Galicia. En O Barco, el acto combinó divulgación, reivindicación y gastronomía, con una degustación elaborada por Alberto Fernández, del restaurante Pallabarro, que mostró que esta carne permite ir mucho más allá de la cocina tradicional.
Desde la Asociación de Criadores de Porco Celta (Asoporcel), Cruz Castro explicó que una de las mejores formas de proteger la raza es acercarla al consumidor. «A mellor maneira de conservala é coméndoa», señaló, destacando la necesidad de demostrar su calidad y versatilidad culinaria, y agradeciendo el apoyo de la Deputación de Ourense para impulsar este tipo de iniciativas.
En representación del Inorde, el veterinario Bernardino Domínguez incidió en la importancia de la promoción y del conocimiento del producto. «O que queremos é que se saiba o que temos», afirmó, defendiendo la continuidad del trabajo conjunto entre instituciones y ganaderos para consolidar la recuperación de la raza.
Una de las voces centrales del acto fue la de Raquel Méndez, criadora de porco celta en Rubiá, que puso cifras a esa recuperación. Recordó que en 2016 había poco más de un centenar de explotaciones y que en 2024 ya se superan las 130, un crecimiento que, a su juicio, confirma que el modelo funciona cuando hay apoyo y constancia.

Pero su intervención fue más allá del balance. Méndez defendió la ganadería extensiva como una herramienta clave para el cuidado del territorio y lanzó una crítica directa a determinadas normativas que dificultan el aprovechamiento del monte. Alertó de que el abandono, la despoblación y la falta de políticas de prevención reales están detrás del aumento y la virulencia de los incendios, y reclamó una revisión de leyes que limitan el pastoreo y el uso del monte tras los fuegos.
Ese mensaje encontró eco en la intervención del alcalde de O Barco, Aurentino Alonso, quien recordó incendios recientes en la comarca y apuntó que un monte trabajado reduce el riesgo. «Se estivese pastoreado ou traballado, probablemente non ardería da mesma maneira», señaló, conectando la gestión del territorio con el futuro del rural.

El acto contó también con la presencia de la concelleira de Turismo, Alba Rodríguez, y se desarrolló en un espacio cedido por el Concello, la plaza de abastos, reforzando el carácter institucional de una campaña que busca dar continuidad y visibilidad a un producto aún poco conocido fuera de determinados círculos.
La parte final llegó con la cocina. Alberto Fernández defendió el potencial gastronómico del porco celta y su calidad, comparable —e incluso superior, en su opinión— a otras carnes más reconocidas. «Descúbrese e dises: isto é incrible», resumió, antes de invitar a disfrutar de unas elaboraciones pensadas para demostrar que tradición e innovación pueden ir de la mano.

Entre tapas y discursos, el mensaje quedó claro: el porco celta no es solo un producto. Es una forma de entender el rural y de darle futuro.


