sábado. 31.05.2025

Más conectados que nunca, pero más solos que antes

En una sociedad donde todo va rápido y el “yo primero” se ha convertido en lema, la psicóloga Iria Fernández nos invita a parar y mirar alrededor
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Más conectados que nunca, pero más solos que antes

«Me siento sola, como si no le importara a nadie» o «la gente va a lo suyo». Son frases que escuchamos en la calle, en redes sociales o en conversaciones con amigos. Pero también son frases que cada vez más personas repiten en la consulta de Iria Fernández, psicóloga. Y no, no se trata solo de mayores que viven solos. La epidemia de la soledad afecta a adolescentes, adultos, jóvenes y personas en plena madurez. A ti. A mí. A cualquiera.

Vivimos hiperconectados. WhatsApp, Instagram, likes, audios, notificaciones. Pero, ¿qué pasa con los vínculos reales? Esos que no se miden en reacciones ni se cortan con un «me ha dejado en visto». Según Iria, estamos tan enganchados al móvil como desconectados de lo importante: la empatía, la escucha, el estar presente.

«No es lo mismo estar solo que sentirse solo», dice la psicóloga. Y pone el dedo en la llaga: puedes tener pareja, hijos, amigos… y, aun así, sentirte aislado. Porque el vínculo no se trata de cantidad, sino de profundidad. Y ahí, vamos escasos.

Uno de los conceptos que más repite Iria es el de «vínculos narcisistas». No es que todos seamos narcisistas clínicos, pero sí que nuestra forma de relacionarnos ha adoptado rasgos narcisistas. Vivimos desde el yo. Primero yo. Solo yo. Y si eso, ya veré si me da tiempo a ti.

La paradoja es evidente: la tecnología nos permite estar en contacto constantemente, pero nuestras relaciones son cada vez más superficiales. «Estamos con amigos, pero mirando el móvil. Y cuando estamos con quien nos escribía, seguimos escribiéndonos con los anteriores. Nunca estamos del todo donde estamos», explica.

A eso se suma la velocidad. Todo tiene que ser rápido. Eficaz. También las relaciones. No hay tiempo para cuidar, para llamar, para quedar. Lo dejamos en un “cuando saque un rato te llamo”… y el rato no llega. Ni de un lado, ni del otro.

Iria lo tiene claro: «Los vínculos necesitan tiempo, espacio y dedicación. No florecen en la prisa ni en la pantalla». Y no, no se trata de volver al pasado ni de demonizar las redes sociales. Se trata de poner el foco en lo que de verdad importa: las personas. Y de preguntarnos con honestidad cuánta presencia real ofrecemos a los demás. Y cuánta permitimos que llegue a nosotros.

¿La solución? Empezar por mirar a quienes tenemos cerca. Dejar el móvil en el bolso. Recuperar los saludos, los cierres de conversación, el “buenos días” antes del “¿puedes hacerme un favor?”. Volver a escuchar sin multitareas. Y, sobre todo, recordar que cuidar a otros no significa descuidarse a una misma. Pero que si solo nos cuidamos a nosotras, sin mirar a nadie más, lo que cultivamos no es libertad, sino aislamiento.

Porque, como dice Iria, «en el término medio está la virtud». Y en las relaciones reales, el antídoto a esta soledad silenciosa que nos cala hasta los huesos.

Puedes escuchar la entrevista completa aquí

Más conectados que nunca, pero más solos que antes