Siete mujeres y dos hombres decidirán a partir de este lunes si Fátima A. es culpable o inocente del crimen de Leticia Sanabria, la joven paraguaya de 29 años hallada muerta en septiembre de 2021 en el piso que compartía con la acusada en O Barco de Valdeorras. Tras cinco intensas jornadas de juicio, el tribunal entregará al jurado popular el objeto de veredicto para que empiece la deliberación.
Durante la semana, más de una decena de testigos, peritos, agentes de la Guardia Civil y las propias partes han desgranado las piezas de un caso complejo, marcado por 141 declaraciones recogidas en la instrucción, más de sesenta pruebas de ADN, el análisis del consumo eléctrico en la vivienda, la localización de los móviles y un rastro de dinero que, según las acusaciones, pudo ser el detonante.
El fiscal, Miguel Ruiz, considera acreditado que Fátima A. fue la única que pudo cometer el crimen y reclama una condena para que «la muerte de Leticia no quede impune». A su juicio, la acusada simuló un robo y eliminó pruebas tras asfixiarla en su habitación, en algún momento entre las cuatro y las seis de la madrugada. Los teléfonos móviles desaparecieron; uno de ellos se movió de lugar cuando la víctima ya estaba muerta. Se activó un antivirus, se descargaron vídeos y se puso una lavadora. Para la Fiscalía, ese conjunto de hechos no deja lugar a dudas.
Sostiene que hubo una discusión, posiblemente por dinero. Cree que la acusada utilizó un objeto blando —como una diadema con restos de ADN de ambas o un peluche— para asfixiarla, y que después limpió la escena y contactó con emergencias fingiendo preocupación. «Carece de lógica pensar que alguien entró, esperó horas, mató y salió sin ser visto», argumentó. También recordó que el cuerpo presentaba signos de lucha y que Fátima era descrita por el entorno como una persona violenta y controladora, con una deuda de 11.000 euros con la víctima.
La acusación particular fue más allá. Sostiene que la acusada actuó con alevosía y con un plan premeditado. Asegura que no hubo gritos porque Leticia fue inmovilizada y asfixiada en silencio, sin posibilidad de defenderse. Apunta a un posible móvil de envidia, celos y control. La víctima, según insistieron varios testigos, tenía previsto volver a Paraguay, donde estaba construyendo una casa. «Fátima no lo soportaba. Le preguntó: “¿Para qué haces eso, si no vas a volver?”», recordó la letrada.
Fátima A. declaró el jueves. Lo hizo solo a preguntas de su defensa, después de escuchar todas las pruebas. Lloró durante su intervención. Aseguró que no existían deudas, que su relación con Leticia era cercana —«como una hermana»— y que su carácter fuerte era fruto de una vida dura. Rechazó cualquier motivación económica y defendió que lo único que intentó fue protegerla de su entorno y de un exnovio que, según dijo, la acosaba.
La defensa mantuvo durante todo el juicio que no hay ninguna prueba directa que incrimine a la acusada. Habló de rumores, de contradicciones, de una «construcción narrativa» basada en impresiones. Rechazó el móvil económico —«¿por qué mataría a quien la ayudaba económicamente?»— y recordó que no se encontraron marcas en el cuerpo de Fátima. También cuestionó las conclusiones de la Guardia Civil y de los peritos. «Si hubo forcejeo, ¿por qué no hay más ADN, por qué no hay más heridas?», planteó.
A partir de ahora, será el jurado quien tenga que analizar todas las piezas del caso y decidir si lo ocurrido aquella madrugada fue un homicidio, un asesinato o si, como sostiene la defensa, no hay pruebas concluyentes para condenar a Fátima A.
