
Seguro que lo han escuchado más de una vez. Pasear por las calles o incluso estar tranquilamente en casa y de pronto, un petardeo lo inunda todo. Es el escape libre, una práctica prohibida según el Reglamento General de Circulación, aunque presente en algunos vehículos que transitan por el municipio.
Beatriz Delgado, policía local, relata un caso que ilustra perfectamente este problema: «Me ha pasado muchas veces, estando fuera de turno, ver pasar un ciclomotor con escape libre y cómo un bebé en su carrito se despierta sobresaltado, llorando desconsoladamente por el susto. Es una escena que se repite y rompe el corazón». Además, señala que los animales también son especialmente sensibles a este tipo de ruidos, lo que agrava aún más el impacto.
El escape libre está expresamente prohibido por el Reglamento General de Circulación. Delgado explica que los vehículos que incumplen esta normativa pueden ser inmovilizados y trasladados a la ITV para verificar si superan los límites de ruido permitidos. «Si no pasan la revisión, tienen un plazo para rectificar el problema; de lo contrario, no pueden circular», puntualiza.
Sin embargo, los conductores suelen excusarse argumentando que «el tubo de escape viene de serie». Ante estas justificaciones, Delgado es contundente: «El ruido y los ‘petardazos’ que provocan no tienen nada de normal. Se trata de una alteración clara que afecta a la convivencia en nuestras calles».
Llamada a la responsabilidad
Desde la policía local, se insiste en la importancia de respetar la normativa no solo por evitar sanciones, sino también por empatía hacia los demás. «Los conductores deben ser conscientes de que sus acciones tienen consecuencias. No se trata solo de cumplir la ley, sino de respetar a los vecinos, que también tienen derecho a vivir en un entorno tranquilo», concluye Delgado.
El ruido de estos vehículos es un problema que va más allá de la legalidad: es una cuestión de convivencia y respeto que afecta a toda la comunidad. Las autoridades locales confían en que, aumentando la concienciación, se pueda reducir este tipo de conductas.
Cortes de tráfico por obras en la Nacional 120
En cuanto a las obras recientes en la pasarela sobre la Nacional 120 y que obligaron a desviar el tráfico hacia el casco urbano de O Barco, generando un aumento significativo de la circulación, Delgado señaló el buen funcionamiento del dispositivo especial puesto en marcha por la policía local. Entre las medidas que se tomaron para regular la circulación, se limitó el estacionamiento en calles clave y se redirigió el tráfico pesado por rutas alternativas.
La agente de la policía local de O Barco señaló que «se estableció una vía por la zona de Veigamuiños y que discurría por las calles Río Miño, Río Galir, donde está la estación de autobuses, para luego coger la travesía para ir dirección a Proba. Son calles anchas y por parte de la policía local, se limitó el estacionamiento en la calle Río Galir para que el tránsito de vehículos pesados, como camiones, discurriera con normalidad y evitar grandes retenciones», detalló Delgado.
Está previsto que este dispositivo se vuelva a poner en marcha cuando se vuelva a cerrar al tráfico la N-120 con el objetivo de continuar con los trabajos de demolición y nueva construcción de la pasarela dañada.
Seguridad en fiestas: alcohol y conducción
Con la llegada de las celebraciones navideñas y las tradicionales cenas de empresa, la Jefatura Provincial de Tráfico ha intensificado las campañas de concienciación sobre el consumo de alcohol al volante. Aunque cada vez menos conductores dan positivo en los controles, Delgado subraya la importancia de prevenir accidentes graves como el ocurrido el año pasado, en el que un conductor en estado de embriaguez atropelló a un operario del camión de basura.
«La gente está más concienciada, pero aún queda trabajo por hacer. Beber y conducir es hipotecar tu vida y poner en riesgo a los demás», afirma. Las alternativas, como el uso de taxis o la figura de un conductor designado, son fundamentales para disfrutar de las fiestas con seguridad.
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