viernes. 30.05.2025

La historia de Begoña y Ana, ejemplos de fortaleza y superación

El Día Internacional de las Personas con Discapacidad, puso de relieve la importancia de construir una sociedad más inclusiva. La asociación Disvalia es un ejemplo de cómo el trabajo colectivo puede mejorar la calidad de vida de quienes viven con una discapacidad
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La historia de Begoña y Ana, ejemplos de fortaleza y superación

Hace veinte años, Begoña vio cómo su vida daba un giro inesperado. Una enfermedad degenerativa la dejó en silla de ruedas y, con el tiempo, ha comenzado a afectar a otras partes de su cuerpo. Sin embargo, esta situación no la ha detenido. Su compromiso con la accesibilidad la ha llevado a recorrer las calles de O Barco tomando fotos y notas sobre aceras deterioradas y espacios inaccesibles. «Las calles no duran eternamente, y es crucial mantenerlas adaptadas para todos», comenta.

Ana, por su parte, nació con un problema en los pies que le dificulta caminar durante largos periodos y realizar ciertas actividades con normalidad. A pesar de estos desafíos, ha encontrado en Disvalia, que cuenta con 30 asociados, un lugar donde compartir experiencias, aprender y colaborar. «Somos como una segunda familia», afirma, destacando el valor del apoyo mutuo y la empatía.

Disvalia: una red de apoyo y acción

La labor de Disvalia abarca desde actividades de fisioterapia y manualidades, como la elaboración de productos en barro para recaudar fondos, hasta la organización de talleres y charlas sobre los problemas cotidianos de las personas con discapacidad. Además, la asociación ha logrado importantes avances en O Barco, como la instalación de plataformas elevadoras en el tren y el acceso adaptado a la piscina municipal.

La financiación para estas iniciativas depende, en gran parte, de donativos y colaboraciones. Un ejemplo destacado es la contribución de Flores Esnat, que donó plantas y productos que fueron vendidos para recaudar fondos. «Este tipo de colaboraciones son esenciales para continuar con nuestro trabajo», subrayan desde Disvalia.

Begoña y Ana hacen un enfático llamamiento a las personas con discapacidad para que no se queden en casa y se animen a participar en actividades comunitarias. «Mucha gente se aísla, pero si se acercaran a la asociación, verían que no están solos y que pueden encontrar un espacio donde sentirse comprendidos», explican.

La importancia de hacer una vida activa, según ellas, no solo radica en el apoyo que se recibe, sino en la posibilidad de compartir experiencias, encontrar soluciones colectivas y, sobre todo, fortalecer la autoestima. «Salir a la calle, compartir un café y charlar sobre los retos diarios puede cambiar completamente la perspectiva de las personas», añade Begoña.

Retos por superar y un futuro inclusivo

A pesar de los avances logrados, ambas coinciden en que queda mucho por hacer. La accesibilidad en viviendas y espacios públicos sigue siendo un desafío importante, especialmente para quienes dependen de pensiones bajas. También destacan la necesidad de sensibilizar a la sociedad sobre las dificultades que enfrentan las personas con discapacidad. «Quizás si la gente viviera un día sin ver, sin andar o sin escuchar, comprenderían mejor lo que supone nuestra realidad», reflexiona Begoña.

Disvalia se ha convertido en una plataforma no solo para atender las necesidades inmediatas, sino también para promover la inclusión y dar visibilidad a los retos que afrontan las personas con discapacidad. En un mundo donde la empatía aún es un recurso escaso, iniciativas como esta nos recuerdan que el cambio comienza con pequeños gestos, como salir de casa y compartir nuestras historias.

Puedes escuchar la entrevista completa aquí

La historia de Begoña y Ana, ejemplos de fortaleza y superación