martes. 01.07.2025

«Dopamina Zero», el corto con el que Marini vuelve al lugar donde empezó a soñar

Juan José Ballesta encabeza el reparto de una historia sobre el Parkinson que se rueda esta semana en O Barco y que está marcada por el trabajo, la pasión y la gratitud 
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«Dopamina Zero», el corto con el que Marini vuelve al lugar donde empezó a soñar

El Teatro Lauro Olmo de O Barco acogió este lunes la presentación oficial del rodaje de Dopamina Zero, el nuevo cortometraje del director argentino Rodrigo Marini, que regresa a las calles donde creció para dar vida a una historia que combina música, amor y enfermedad con una sensibilidad conmovedora. Durante toda esta semana, el municipio se transformará en un plató para acoger un proyecto en el que se ha volcado todo un pueblo.

«Rodrigo no es barquense de nacimiento, pero sí de elección», aseguró la concejala de Cultura, Margarida Pizcueta, que destacó el orgullo que supone para la villa haber sido elegida como escenario de este rodaje. Marini, que reside en Madrid y cuenta con una amplia trayectoria en televisión y cine, se mostró profundamente emocionado durante su intervención. La voz se le quebraba al agradecer el apoyo recibido en Valdeorras: «Sin O Barco, este corto no se podría rodar».

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Dopamina Zero nace de una experiencia cercana del director con el Parkinson de inicio temprano. Aunque se trata de una obra de ficción, el guion está basado en entrevistas con pacientes, psicólogos y neurólogos. «Creía que sabía lo que era el Parkinson, pero no tenía ni idea. Esta película quiere mostrar lo que hay debajo de la piel de quien convive con la enfermedad», explicó. Y lo hace desde un lenguaje universal: la música y el amor.

La historia sigue a Ignacio, un joven músico con Parkinson, interpretado por Juan José Ballesta, que se aísla del mundo hasta que conoce a Valentina, una dependienta de una tienda de discos, papel que encarna Veki Velilla. A su lado también estarán Román Rymar y Cristina Mediero, en un reparto que Marini define como «soñado». El elenco ha querido implicarse a fondo, con largos ensayos y una conexión intensa con sus personajes.

Ballesta, reconocido actor desde su irrupción en El Bola —con la que ganó el Goya a Mejor Actor Revelación—, destacó la calidad humana del director: «Rodrigo te exprime, te saca lo mejor. Creo que va a ser el mejor director con el que he trabajado por la capacidad que tiene para sacar siempre un poco más del actor en cada escena». Veki Velilla, por su parte, confesó sentirse atraída por la forma en la que la película aborda la enfermedad: «Aquí todos queremos hacer esto porque queremos, y eso se nota».

Román Rymar, con experiencia en producciones como La casa de papel o La noche más larga, reconoció que quiso trabajar con Marini nada más ver su trabajo. Al director, nostálgico de los videoclubs y apasionado del cine negro, le brillan los ojos cuando habla de su obra. No concibe este trabajo sin pasión, sacrificio y entrega: «El talento viene después».

La pasión también la comparten el equipo técnico y de producción, una auténtica «tropa de valientes» llegada desde Madrid y reforzada con colaboradores locales. Todos han elogiado la implicación del pueblo. Desde vecinos que prestan muebles hasta establecimientos que ceden espacios, vehículos o comida, el sentimiento de comunidad es total. «Aquí le pedías un sofá a alguien y te amueblaba una casa entera», bromeó el director.

En ese despliegue de implicación local, una figura ha sido clave: José María Rodríguez, que ha hecho de productor en O Barco, facilitando cada gestión, cada permiso, cada contacto. Marini le dedicó un agradecimiento especial, reconociendo su papel imprescindible para que el rodaje saliera adelante en condiciones óptimas: «Me abre todas las puertas en Galicia y hace un trabajo de producción brutal».

Entre los que creen firmemente en el potencial del cortometraje está Gerardo de las Morenas, productor ejecutivo. Confesó no conocer personalmente a Marini antes del proyecto, pero bastó una reunión para subirse al barco. Lo que encontró, asegura, es un equipo entregado, un pueblo volcado y una historia que emociona. «Estamos acostumbrados a rodar con muchas dificultades, pero aquí han sido todo facilidades», explicó. Y aunque fue con humor, dejó caer una frase que muchos comparten con una sonrisa y algo de fe: «No sé si llegaremos a los Oscar, pero a la preselección seguro que sí».

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El alcalde, Alfredo García, animó a los barquenses a disfrutar de estos días de cine: «O Barco será una villa de cine. Nunca se ha rodado nada con tanta intensidad». También recordó con humor que están en el barco más grande del mundo, «para rodar el corto más grande del mundo».

El objetivo de Dopamina Zero no es otro que emocionar y visibilizar. Como dijo David Santamaría, ayudante de dirección: «Queremos que O Barco forme parte de esta historia, que sea un personaje más». Y si los ensayos sirven de termómetro, la emoción ya está garantizada. «Vais a llorar», adelantó Robert López, jefe de producción.

Con una cuidada estética influenciada por Gaspar Noé y una banda sonora compuesta por Patricio Barandiarán, músico también afectado por Parkinson y que inspiró este corto, Dopamina Zero se perfila como una obra con alma. «Estamos aquí para jugar la final del mundo», resumió Marini. 
 

«Dopamina Zero», el corto con el que Marini vuelve al lugar donde empezó a soñar