Aquilina Álvarez Moral cumplió ayer, 21 de noviembre, cien años y este sábado lo celebró con toda su familia en el restaurante San Mauro de O Barco de Valdeorras. Fue un encuentro sencillo y lleno de emoción, de esos que dejan ver que detrás de un siglo de vida siempre hay mucho más que años: hay trabajo, cambios y una familia que la admira profundamente.

Nacida en 1925 en Millarouso, Aquilina llegó al mundo en una España rural, sin electricidad, con caminos de tierra y un ritmo de vida marcado por el trabajo del campo. Con el paso de los años ha visto la llegada de la radio, la televisión en blanco y negro, las primeras lavadoras, los coches familiares, el teléfono, el euro, los móviles e internet. Ha vivido más transformaciones de las que podrían caber en un libro.

Cuando se le pregunta cómo ha llegado hasta aquí, ella lo reduce todo a una fórmula sencilla: «Traballar moito… e agora camiñar».
Aquilina es la quinta de seis hermanos. Hija de Secundino, herrero, y de Rosa, dedicada al campo y al cuidado de los hijos, creció en un hogar humilde y trabajador. Más tarde se casó con Gustavo, hombre querido en el pueblo y con gran sentido del humor, dedicado a las obras públicas. Juntos regentaron un bar-tienda bajo la vivienda que compraron con esfuerzo, mientras ella seguía ocupándose del campo y de sus dos hijos, Manuel y Gloria.

Hoy es abuela de cinco nietos y bisabuela de seis, incluido el más pequeño, de tan solo dos meses. Todos quisieron estar presentes en la comida homenaje, un gesto que lo dice todo sobre lo que significa para ellos.
Fue Silvia, una de sus nietas, quien nos avisó de esta celebración para que esta fecha quedara registrada y guardada en la memoria colectiva de O Barco, como parte del regalo de cumpleaños para su abuela.

Cuando, durante la comida, le preguntamos a Aquilina qué sentía al ver a toda su familia reunida, no pudo contenerse. «É unha emoción moi grande», dijo con la voz entrecortada.

En la celebración, Aquilina sopló las velas sin dificultad y recibió flores y abrazos que la emocionaron una y otra vez. No hizo falta más para entender lo que significaba ese momento: una vida larga, vivida con esfuerzo y cariño, que comparte ahora con cuatro generaciones.
Y como parte de ese homenaje, la familia quiso entregarle un texto, preparado con enorme cariño. Más que una felicitación, es una declaración de amor, de gratitud y de memoria. Este es el regalo que le dieron:
Cen anos, que número, canta historia, canta vida! Non todos os días se celebra un século de existencia.
O día 21 de novembro cumpriu 100 anos a nosa querida veciña Aquilina Álvarez Moral. Nacida en 1925 en Millarouso e a quinta de seis irmáns. Filla de Secundino, ferreiro de profesión, e de Rosa, dedicada ao campo e ao coidado dos seus fillos. Ambos tamén de Millarouso.
Casou con Gustavo, fillo, marido, pai e avó exemplar, cun gran sentido do humor, e dedicado ás obras públicas. Ambos eran veciños moi queridos no pobo. Rexentaban un bar-tenda no pobo, situado debaixo da súa vivenda, que compraron con moito esforzo.
Aquilina tamén se dedicaba ao coidado dos seus fillos e ao campo. Nai de dous fillos, Manuel e Gloria; avoa de cinco netos e bisavoa de seis bisnetos.
A súa familia está orgullosa dela. O seu percorrido é unha verdadeira fonte de inspiración para todas as xeracións: cada engurra conta unha historia, e con cada sorriso comparte unha lección de vida. Con moita emoción, os seus seres queridos deséxanlle un aniversario tan grande como o seu corazón.
Grazas por nos lembrares que o tempo pode ser un aliado marabilloso. Grazas mamá, sogra, avoa e grazas bisavoa, quéremoste moito.
¡A por moitos anos mais!»
En la mesa, entre risas y emoción, hubo una frase que se repitió más de una vez y que resume lo que todos sienten por ella:
«É unha sorte terte».
