
En A Gudiña no quieren quedarse en el andén. Mientras Renfe ultima la supresión de varias paradas a partir del 9 de junio, el alcalde Néstor Ogando Blanco hace un llamamiento a la unidad desde esta pequeña estación del rural para defender lo que considera un derecho básico: el acceso a un transporte ferroviario útil y digno.
«Nos dicen que no hay vuelta atrás, pero nosotros tampoco vamos a rendirnos», asegura. Por eso, este jueves se ha convocado una reunión en la estación para constituir una plataforma ciudadana en defensa del tren, abierta y apolítica, que agrupe a asociaciones, colectivos y vecinos de Valdeorras, A Gudiña, El Bierzo y otras zonas afectadas. Si la asistencia lo requiere, el encuentro se trasladará a las dependencias del Concello.

Blanco insiste en que el problema no es la eliminación de trenes, sino la desaparición de paradas en horas clave. El cambio más grave afecta al convoy que salía a las 8.26 desde A Gudiña y permitía estar en Madrid antes de las 10.30: «Era perfecto para hacer gestiones y volver a casa a dormir. Ahora, el primer tren saldrá a las 12.08. Eso ya no sirve para nada». También se perderá la parada en dirección Ourense de las 8.34, lo que complica los desplazamientos a la capital gallega, especialmente para estudiantes.
Renfe mantiene que el nuevo horario es inamovible, al estar ya vendidos los billetes, y que las supresiones permitirán ganar tiempo en los trayectos largos. Pero Blanco rebate ese argumento: «En A Gudiña hay cambio de vía, ya tienen que frenar. La parada aquí son como mucho 4 minutos y otros 4 en Puebla de Sanabria. ¿Vamos a dejar a 70.000 usuarios sin servicio por 8 minutos en total?».
Solo en 2023, más de 30.000 personas utilizaron la estación de alta velocidad de A Gudiña. En 2024 ya van 22.000 más, y el alcalde estima cerrar el año con una cifra superior a los 60.000 o 70.000 usuarios.
La reunión del jueves —convocada por el alcalde de A Mezquita, primer municipio gallego que atraviesa el tren— pretende dar forma a un movimiento ciudadano que logre lo que, de momento, la política no ha conseguido: que Renfe escuche y rectifique. «Hay alternativas: adelantar la salida del tren, llegar un poco más tarde a Madrid… Lo que no puede ser es que se decida desde un despacho sin pisar el territorio», denuncia.
Ogando lo resume con claridad: «No se trata de perder unos minutos, sino de perder el tren del futuro para todo el rural».