
Las nuevas vocaciones diocesanas, en concreto sacerdotales, se ven cada año disminuidas. Una falta de “cantera” que preocupa a la iglesia cristiana donde los sacerdotes ven como se incrementa su “cartera” de parroquias y cargos, a pesar de la avanzada edad de algunos de ellos.
En la Diócesis de Astorga esta situación se ve incrementada por la amplia extensión de la misma, que recoge Valdeorras, Trives y Viana do Bolo. Una zona despoblada y envejecida pero en la que se está forjando la espiritualidad de quienes todavía dan el paso y deciden ser sacerdotes.
Este es el caso de Gonzalo Vitoria, de 24 años, quien este domingo será nombrado diácono por el obispo de Astorga, Jesús Fernández, en la S.A.I Catedral de Astorga. Un paso previo, de entre seis meses y un año, antes de ser nombrado sacerdote. Natural de Cantabria, Gonzalo ya ha tenido tiempo de conocer la diócesis y más en concreto la zona de Valdeorras dado que en este momento se encuentra iniciando su última etapa de formación, la Etapa Pastoral o de Síntesis Vocacional. Ha sido destinado a colaborar en el Colegio Diocesano “San Pablo VI” de A Rúa y en diferentes parroquias del Concello de A Veiga.
Gonzalo comenzó a conocer la iglesia con las monjas de su colegio Santa María del Corazón de Jesús donde estaba interno. “Me llamaba la atención la felicidad de las monjas, que además eran todas muy jóvenes”, puntualiza el diácono quien explica que con ellas viajo a la Jornada Mundial de la Juventud, JMJ de 2016 en Cracovia, “cuando volví fui con ellas a Corporales de Cabrera a un campamento de vocaciones y conocí al rector del seminario menor de Ponferrada”. En ese momento, Gonzalo había finalizado primero de bachiller, “y mi idea era estudiar medicina” pero reconoce que en su interior ya maduraba la idea de ser sacerdote. En ese momento Gonzalo tenía 16 años.
“Me decidí y pase al Seminario Mayor de Astorga, después he conocido mucho la diócesis porque he estado realizando la pastoral en Ponferrada, Toreno”, apunta Vitoria quien actualmente se encuentra en la zona ourensana de la diócesis “en O Bolo, A Gudiña y A Rúa”.
Asegura que la diócesis “es muy interesante pero difícil “por su extensión y despoblación”. Por esta razón el diácono puntualiza que propone muchos retos “que hay que coger con ilusión”.A diferencia de lo que se pueda pensar, advierte que no ha perdido su juventud, “sino que la he disfrutado de otra manera”. Reconoce que tuvo novia en el instituto “y he salido de fiesta pero ahora estoy haciendo lo que de verdad me llena” mientras señala que también tienen fiestas y actividades.
Luis Fernández Olivares
En el mismo sentido se pronuncia Luis Fernández Olivares cuya reciente marcha de la zona de Viana do Bolo todavía se recuerda con cariño, “tuve una resaca emocional curiosa”, destaca entre palabras de agradecimiento a todos los vecinos de la zona.
Fernández Olivares se ordenó sacerdote en 2017 con 25 años de edad. “Vengo de una familia cristiana normal y estudiaba en un colegio laico pero cuando finalicé la primaria le pedí a mis padres ir a un colegio religioso”. Así, este joven sacerdote, natural de Astorga, cursó sus estudios en el seminario de la ciudad donde comenzó a conocer la pastoral juvenil, “pero yo lo que quería era estudiar periodismo”.
Pero cuando estudiaba segundo de bachiller, Fernández Olivares acudió a unos ejercicios espirituales. “Después de una de las meditaciones, me di cuenta de que lo que decían era lo que me pasaba así. Lo pensé bien e ingresé en el Seminario Mayor”, puntualiza.
Asegura que “Dios da una vocación específica a quien también le da la gracia para vivir ese estado de vida”, por lo que reconoce ser un hijo de su tiempo y su época, “Dios no llama a los capacitados si no que nos va capacitando”.Reconoce que ha tenido una “buena vida” de joven, conservando su grupo de amigos, “que vinieron a mi ordenación”. “Tuve suerte porque cuando dije que iba a ser sacerdote, como era el gracioso del grupo, hubo sorpresa pero me han apoyado mucho”, puntualiza.
Durante los últimos años, Fernández Olivares ha servido también en las parroquias de la parte gallega de la diócesis de Astorga. “Es una diócesis muy despoblada, por desgracia envejecida y no hay posibilidad de tener un cura pro parroquia”, asegura pero señala que también “hay que entregarse”.
Luis Fernández Olivares, que ha sido destinado de nuevo a la capital de la diócesis asturicense, afirma no haber hecho más de lo que le había sido encomendado. “La despedida me sirvió para ver como escuchar a la gente que estaba sola, visitarla y estar cuando había que estar me ha llenado y a ellos también. Mi experiencia ha sido entregarme con el mayor cariño a la gente siendo sacerdote pero si3endo un vecino más”, puntualiza.
“Ha sido una despedida preciosa, pero inmerecida, de sorpresa, no esperaba tanto. La lección que he sacado es cuando tú te entregas con verdad, tienes etapas de todo tipo, porque no todo es un camino de rosas pero la gente valora la entrega”, concluye Fernández Olivares.