lunes. 02.06.2025

Botellas con trampa, la última esperanza para las abejas de Valdeorras

Los apicultores de la comarca intensifican el trampeo contra la avispa velutina. La Xunta anuncia un plan de choque mientras el sector denuncia pérdidas por la plaga, la barroa y la caída de precios
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Colgar una botella de plástico de litro y medio, con unos agujeros y un líquido atrayente dentro, puede parecer un gesto sin importancia. Pero esa trampa casera puede marcar la diferencia para salvar colmenas enteras. Así de sencillo —y así de urgente— es el mensaje que lanza la Asociación Valdeorresa de Apicultores, que ha decidido intensificar el trampeo para combatir la avispa velutina, una especie invasora que amenaza a las abejas, la producción de miel y el equilibrio de los ecosistemas.

«Se colocas trampas agora, podes evitar ter un nido preto no verán. E cada nido pode conter ata oito mil velutinas», advierte el presidente de la entidad, Armando Rodrigo. Las trampas recomendadas consisten en botellas colgadas a metro y medio del suelo, con pequeñas aberturas y un atrayente casero. Hay dos fórmulas: una mezcla de agua, azúcar y levadura; y otra con zumo de arándanos, vino blanco y vinagre.

El sistema no solo es eficaz, sino también accesible. «Todos temos unha finca, unha árbore, unha hortiña… Se cada quen colga unha botella, facemos moito», insiste Rodrigo. La asociación ha detectado ya nidos incluso en zonas de montaña como Xares o Portela, lo que demuestra que la propagación de la velutina es imparable si no se actúa. 

La Xunta de Galicia ha activado un plan de choque que arrancará esta primavera. Se distribuirán 5.000 trampas y más de 10.000 litros de líquido atrayente, priorizando las áreas con más presencia de la plaga. La campaña contará con la colaboración de entidades locales y voluntariado.

Pero la velutina no es el único enemigo. La apicultura gallega también lucha contra otro agresor silencioso y persistente: la barroa. Este ácaro parasita a las crías de abeja antes de nacer, se alimenta de ellas y debilita las colmenas hasta provocar su colapso. La situación es tan grave que, durante la última asamblea de la asociación, una veterinaria del Plan Apícola impartió una charla titulada «Loita integral contra a barroa», con pautas para intentar contener los daños.

Según datos aportados en la reunión, en zonas como A Gudiña se perdió hasta un 50 % de las colmenas el año pasado. Rodrigo confirma que a él también le ocurrió lo mismo: «Foi devastador, sobre todo nas colmeas máis novas».

A esta doble amenaza biológica se suma el impacto del cambio climático. Las sequías reducen la floración y, por tanto, la producción de néctar. Sin alimento, las abejas no producen miel y los apicultores deben recurrir a la alimentación artificial para intentar que sobrevivan al invierno. «É un gasto engadido e unha carga enorme para os que vivimos disto», lamenta el presidente.

Y por si fuera poco, el precio de la miel no deja de caer. En un mercado cada vez más presionado por importaciones baratas y la pérdida de consumo, la rentabilidad se esfuma. «Estamos nun panorama moi negro: colmeas que morren, custos que aumentan e a miel que se paga cada vez peor», resume Rodrigo.

Aun así, los apicultores no tiran la toalla. La asociación insiste en que la solución empieza por la implicación de toda la sociedad. «Motivar á xente para que vexa o valor do trampeo é o máis difícil. Pero é un ben para todos, tamén para a saúde: unha picadura de velutina pode ser moi perigosa, incluso mortal para persoas alérxicas», recuerda.

Un simple gesto, como colgar una botella en una finca o en un árbol frutal, puede ser clave para frenar esta plaga y proteger a las abejas y también otros cultivos y a las personas. En Valdeorras, muchos ya lo están haciendo. Pero necesitan que sean muchos más.

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