jueves. 18.04.2024
O Barco

Vídeo. El río Sil tiene nueva jefa

El día amanece entre la niebla, la helada cede ante su llegada. Las tranquilas aguas del río Sil, a su paso por el Paseo del Malecón, comienzan a reflejar los rayos del sol. Los pajarillos revolotean entre las ramas desnudas de los árboles, tras la reciente poda, y el frío de la mañana deja paso poco a poco al calor del mediodía. Y la calma idílica se interrumpe con un graznido a lo lejos.

Allí está ella, dejándose ver, atusándose las plumas. La que se ha hecho dueña y señora del río, la que rompe el silencio de la mañana, y de la noche, la admirada por todos los vecinos que se asoman curiosos a la barandilla del paseo para observar su hermosa estampa. Ahí está la oca que ya se ha hecho famosa, que un día apareció para convertirse en cherif de todos los patos del río y que ha venido para quedarse.

En la Concellaría de Medio Ambiente del concello de O Barco saben de la existencia de la nueva inquilina, les han contado los vecinos que el ave antes era "perro guardián" de una finca en Viloira y que ahora forma parte de la fauna del río.  Y de momento, su nueva ubicación parece gustarle, y el concello la exime de arrendamiento.

En la protectora Peludines Callejeros de Valdeorras están encantados con la nueva jefa del río que organiza las bandadas de patos a su antojo y lleva su nuevo cargo con mano de hierro. Esperan eso sí, respeto por parte de todos para que la oca pueda seguir ejerciendo su mandato todo el tiempo que lo desee.

La supremacía en el tamaño, evidente por otra parte, implica una merma de rapidez o un exceso de torpeza, y no es extraño percatarse de la agilidad con la que otras aves logran hacerse con el alimento destinado a ella, lanzado desde cualquier punto de la orilla del río. Niños y mayores disfrutan con el espectáculo provocado. Pero es que los patos, han alcanzado un nivel experto en eso de alimentarse de migas de pan, trozos de galleta y panchitos varios.

Cae la noche en las tranquilas aguas del río Sil. Solo el viento helado la ha hecho callar tras un largo verano en su compañía nocturna, escuchando sus alardes de gobierno. Pero ahí está, con las demás aves que ya no emigran, que cada año esperan en el río el paso del corto invierno y la pronta llegada de la primavera.

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