viernes. 19.04.2024
Carballeda

Un lugar mágico, en el cielo de Valdeorras

Es un lugar mágico, con una belleza que deja impactado a quien llega allí aunque lo haga después de horas de caminata. Es el bosque de Teixadal, un bosque de tejos único que guarda numerosas historias de la Historia, con mayúscula, de Valdeorras. Lo cierto es que es el más importante de España y uno de los más importantes de Europa.

Es el Macizo de Peña Trevinca donde se ubica este bosque, la montaña más alta de Galicia y que supone el lugar idóneo para que más de 400 árboles, la mayoría de ellos centenarios, convivan con avellanos, acebos y un roble milenario.

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Parte de su magia se explica en el libro “El tejo y el Teixadal de Casaio” del ingeniero forestal Eduardo Olano Gurriarán. “Los árboles caídos viven y no mueren como si fuera sobrehumano, destacando su gran capacidad para emitir nuevos brotes a cualquier edad desde su tronco, sus ramas o sus raíces, mostrando una gran vitalidad interna, además de una enorme longevidad”

En esta ocasión, la ruta que puede seguir el senderista nace en la Iglesia Nueva de San Gil, en Casaio. Desde allí se camina por un tramo de cantera de pizarra. Es muy recomendable que el caminante se fije en las indicaciones pintadas así como en los hitos de piedras puesto que hay numerosas bifurcaciones propias del trabajo de la cantera. Es curiosa esta parte del recorrido, sobre todo para aquellos que nunca hayan visto una mina a cielo abierto o incluso las maquinas Caterpillar que se pueden observar en este primer tramo del recorrido. Este primer tramo es muy llano y no supone un esfuerzo excesivo para el caminante.

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Después de unos tres kilómetros, se comienza una ligera de ascensión, hasta este punto es posible llegar en vehículo. Así se llega a un desvio. Hacía la izquierda se ubican las minas de Valborraz mientras que la ruta al Teixadal debe seguir por la derecha. El sendero continúa prácticamente sin desvíos y los que hay están indicados con hitos y marcas en las piedras. Eso sí, el caminante no debe perder vista de estas señales del camino que le llevarán, sin contratiempos hasta el bosque. Así se llega a una triple bifurcación donde se señala la antigua ermita de San Xil, el bosque del Teixadal o las minas de Valborraz. Siguiendo por el camino hacia el Teixadal llega el caminante a la boca mina de Wolframio. La entrada, sustentada por pilares de hierro, suele estar anegada de agua y hace recordar los tiempos de funcionamiento de las minas de Valborraz, que suministraban wólfram a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y que supusieron un revulsivo económico para la gente del lugar, que logró su sustento a base de extraer este mineral de la cantera.

Es ese lugar hay que retroceder unos metros para ascender, ligeramente, por un camino de piedras. El camino desde ahí al Teixadal es corto pero muy estrecho y con un fuerte terraplén a la derecha. Así se cruza una preciosa cascada que viene desde La Cabrita.  Después se cruzan varios regatos por un sendero definido. Los hitos guían así la entrada al Teixadal. Es recomendable recorrer el bosque aunque con cuidado debido a que es fácil perderse. En él se pueden ver el refugio de los maquis o un gran roble, hueco en su base. La humedad, la oscuridad y la belleza del lugar son otros de los atractivos y características de esta visita.

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En la actualidad el Teixadal son los restos de un antiguo bosque atlántico de la época Terciaria. La época ideal para apreciar la belleza de este singular bosque es en pleno otoño, cuando los frutos de los acebos y los colores de los tejos nos regalan un hermoso paisaje natural.

Esta no es la única ruta que se puede seguir para llegar al Teixadal. También desde Fonte da Cova, cogiendo una ruta a la derecha y desde los pies de otra cantera, el camino lleva al senderista al Teixadal. Una ruta más dura, con mayores desniveles en el camino. Cualquiera de las dos son una buena excusa para visitar esta joya que se esconde en Valdeorras.

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Un lugar mágico, en el cielo de Valdeorras