jueves. 28.03.2024

«Homo» como yo

Si hay algo que me apasione casi tanto como la comunicación, eso es, sin lugar a dudas, la evolución, o más bien, la teoría de la evolución. Es por ello que hoy me permito el lujo de iniciar el programa contándoles algo que para mí resulta sorprendente.

Ya lo sabíamos, nos lo contó hace años un biólogos sueco de nombre impronunciable - Svante Pääbo -, especialista en genética evolutiva, flamante Premio Princesa de Asturias por ser considerado padre del genoma Neandertal. Nos contó que en cierto momento de nuestra evolución, dos especies de humanos no solo habían convivido, sino que se habían cruzado. Esto ya es apasionante, ¿lo han pensado? ¿Se imaginan que a nuestro lado, hoy en día, conviviesen humanos de otras especies?

Generalizando el concepto, siempre hemos hablado de la evolución como la superación de peldaños, la pervivencia de una especie sobre otra, generalmente siempre la más fuerte sobre la más débil, por eso concebir, entender, que una y la siguiente han convivido un tiempo, es complicado, pero es así. Y tanto que lo es, porque ese tiempo de convivencia fueron millones de años, hasta que una de las dos especies se extinguió y sólo sobrevivió la otra, la más fuerte y evolucionada, la que mejor se adaptó. El Homo Sapiens.

Sabíamos también, que antes de irse, los Neandertales dejaron en nuestro ADN su impronta, porque hoy en día se sabe, que hubo cruces entre las dos especies. Y esto, ha llegado hasta nuestros días: en un porcentaje minúsculo, pero ahí está, todos los humanos tenemos un trocito (permítanme decirlo así) de Neandertal.

Claro que nunca hemos conocido cómo serían aquellos humanos híbridos, de padre y madre cada uno de una especie diferente…

En la tarde de ayer, la revista científica Nature publicaba el primer genoma de un humano híbrido. El cruce de un Neandertal y un Denisovano, una especie hallada en la vertiente asiática, de la que poco se sabe aún. La ciencia ha tenido la suerte de hallarlo, en una cueva de Rusia, y una vez más, el biólogo sueco de nombre impronunciable, vuelve a estar detrás, en un equipo que lidera junto a una mujer, Viviane Slon, ambos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania.

En la cueva, han encontrado los restos de una niña de 13 años, que viene a corroborar dos cosas: que hoy, todos los habitantes del planeta, salvo los subsaharianos, tenemos en nuestro genoma, ADN de aquella especie arcaica de humanos que se extinguió, los Neandertales, y, que, efectivamente porque ella es la prueba, hace decenas de miles de años, hubo mezcla de especies que compartieron el mundo. Apasionante.

Raquel Cruz

Imagen: Grupo de Heilderbengensis. Guía gráfica de Atapuerca, Museo de la Evolución de Burgos.

«Homo» como yo