sábado. 20.04.2024
Castiñeiro de Pumbariños. Foto Paz Vega
Castiñeiro de Pumbariños. Foto Paz Vega

Que Manzaneda guarda grandes secretos y grandes monumentos naturales no es ninguna novedad. Algo en lo que el gobierno también pensó hace 22 años cuando se declaró como Monumento Natural el Souto de Rozavales e Castiñeiro de Pumbariños; dos joyas de la naturaleza que ahora, en primavera, surgen con toda su fuerza.

Los castaños pueblan la carretera entre Manzaneda y A Pobra de Trives, es el Souto de Rozavales. Un lugar que, en la época del descubrimiento de América, ya tenía algunos castaños centenarios.

Está emplazado sobre un área de granitos calcoalcalinos deformados, en ligera pendiente hacia el valle que forma el río de San Lázaro. El clima de la zona, en el dominio oceánico de montaña, tiene una precipitación anual de alrededor de 1.000 litros/metro cuadrado y una temperatura media de 11º C.

Lo curioso es que no es exactamente natural, sino que es un claro ejemplo de bosques adehesados de castaños sembrados e injertados por los campesinos. De ellos obtenían, además de la castaña como alimento, la madera firme de los sotos para construir sus casas y calentar el hogar. La acción humana se aprecia en la distribución de los ejemplares, plantados en filas.

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Castiñeiro de Pumbariños

Pero entre todos los castaños destaca el Castiñeiro de Pumbariños, incluido en el Catálogo de Árboles Singulares de Galicia. Sus dimensiones colosales hacen que una decena de personas sean necesarias para rodearlo, ya que tiene unos 13 metros de perímetro en la base.

Su edad se estima alrededor de un millar de años. Conserva su tronco íntegro y, a una altura de casi dos metros, salen del cierne principal dos enormes brazos que superan respectivamente los seis y los siete metros de cuerda. A la vez, las ramas que brotan de estos troncos secundarios se abren hasta formar una copa de 20 metros de diámetro, que se ve espectacular en las estaciones de primavera y verano.

Aunque resistió hasta la actualidad, su estado de salud es delicado. Las continuas amputaciones y otros impactos humanos, así como la acción de algunos hongos que lo debilitaron obligan a prestar especial atención a su conservación.

Pumbariños sigue dando otoño a otoño su fruto dulce, como cuando la castaña era tan necesaria para el sustento antes de la llegada de la patata del nuevo continente.

El castañal es un ecosistema altamente valioso, no sólo para la explotación humana de madera y castaña. Al pie del tronco se han colocado bancos para observarlo como una obra de arte y acompañarlo al ritmo de las estaciones. Con paciencia y discreción podremos observar la gran cantidad de aves silvestres que dependen del castañal.

 

 

Souto de Rozavales y Castaño de Pumbariños, dos décadas como monumento natural