viernes. 27.06.2025

Comida, solidaridad y esperanza en Rubiá con Manos Unidas

El pabellón reunió a más de 350 personas que además de participar en la comida solidaria, también adquirieron boletos de la tómbola y comparron en el mercadillo. Todo para recaudar fondos por tres buenas causas

Rubiá se convirtió en el epicentro de solidaridad con la celebración de la ya tradicional Comida Solidaria de Manos Unidas, que este año reunió a más de 350 personas a pesar de las condiciones meteorológicas adversas. El evento, que se celebra desde 2003 gracias al trabajo incansable de las voluntarias y la colaboración de la comunidad, ha vuelto a demostrar que la unión hace la fuerza.

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Organizada por la delegación local de Manos Unidas en Rubiá, la comida solidaria no fue solo un encuentro gastronómico, sino una jornada cargada de compromiso y esperanza. Este año, la recaudación —cuyo total se conocerá en los próximos días— se destinará a varios proyectos internacionales para el desarrollo en países del sur global. Entre los proyectos destacados para 2025 están: India (Asia): «Mejora de las condiciones de vida de comunidades rurales en Kutra y Rajgangpur». Togo (África): «Acceso a la educación primaria y al agua potable en la zona de Kara». Guatemala (Centroamérica): «Apoyo a mujeres indígenas que actúan colectivamente por el derecho a una vida libre de violencia».

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La comunidad religiosa de la comarca participó en el evento

Durante la jornada, se pudo disfrutar de un menú íntegramente casero, preparado con esmero por las voluntarias del grupo local: empanadas de carne y bonito, bocadillos variados, tortillas, lacón adobado y una mesa de dulces impresionante, todo elaborado con productos donados y mucho cariño. «Aquí no se compra nada hecho. Todo lo cocinamos entre las voluntarias, desde las empanadas hasta las rosquillas», explicaba María del Carmen Núñez, delegada de Manos Unidas en Rubiá, quien también destacó la implicación de unas treinta personas en la organización.

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Los voluntarios de O Barco también asistieron a la cita

Además de la comida, los asistentes pudieron participar en una tómbola repleta de premios donados por comercios de la comarca y adquirir productos hechos a mano en un mercadillo solidario. «Es impresionante la generosidad de la gente. Gracias a sus aportaciones, conseguimos muchísimos regalos para que la gente se anime y vuelva el año que viene», contaba Mari Carmen con orgullo.

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Mesa de vecinos de Rubiá

Irene Calderón, recién nombrada delegada de la diócesis de Astorga, también quiso estar presente y poner en valor la importancia de estos encuentros: «Manos Unidas trabaja en los países más empobrecidos del sur. Hoy, más de 733 millones de personas pasan hambre. Lo que aquí se recauda, allá salva vidas».

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Buen ambiente y alegría por una buena causa

La jornada concluyó con un ambiente festivo en el que no faltaron sorteos, música y baile. «Además de recaudar fondos, esto es un día de fraternidad, de compartir, de comunidad. Y eso también es muy importante», resaltaba Paqui, anterior delegada de Manos Unidas en la zona.

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Familias solidarias

Una vez más, Rubiá ha demostrado que la solidaridad no entiende de tamaños ni de meteorología. Con esfuerzo, corazón y empanadas, es posible transformar realidades a miles de kilómetros.

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Las voces que sostienen la solidaridad

María del Carmen Núñez, alma incansable de la delegación de Rubiá, resume con emoción lo que significa organizar esta jornada año tras año: «Esto no lo hace una persona sola. Aquí estamos muchas manos unidas, en el sentido más literal. Todo lo que veis hoy —desde la comida hasta la decoración, la tómbola o el mercadillo— lo hemos hecho entre todas. Hay mujeres que vienen desde primera hora de la mañana para ayudar, que donan dulces, que se encargan de preparar el lacón, o de cocer las empanadas en el horno del pueblo. Es emocionante ver cómo se vuelca la gente».

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Irene, María del Carmen y Paqui

Para ella, lo más valioso es ese espíritu de comunidad: «Esto une a los pueblos. Aquí hay gente del Barco de Valdeorras, de A Veiga, Robledo, Oulego... y todos vienen porque creen en el proyecto. Lo bonito es que mientras ayudas, también compartes: risas, comida, conversaciones. Es un día de fiesta, pero también de compromiso».

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Objetos de la tómbola solidaria

Paqui, quien fue delegada durante varios años y sigue muy vinculada al grupo, lo vive con emoción: «Para mí, formar parte de Manos Unidas ha sido de las cosas más gratificantes que he hecho en mi vida. No somos una gran ONG ni tenemos recursos millonarios, pero tenemos mucha voluntad. Y sabemos que con poco se puede hacer mucho. Con un euro allí se compra arroz, se paga un cuaderno, se arregla una bomba de agua. Pensar que con una comida como esta ayudamos a familias que no tienen nada, eso te llena el alma».

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Mercadillo de objetos realizado por voluntarias

Irene Calderón, que inicia su camino como nueva delegada diocesana, quiso acompañar a las voluntarias de Rubiá en esta jornada tan especial: «Cuando Mari Carmen me invitó, no lo dudé. Quería ver de cerca cómo se vive esta solidaridad en los pueblos pequeños. Y lo que me encontré aquí fue una comunidad viva, generosa, entregada. Manos Unidas es una ONG de la Iglesia católica, formada por voluntarios, y nuestro trabajo se centra en apoyar a los más pobres del planeta, los olvidados del sur. Hoy hemos comido, reído y compartido, pero sobre todo hemos sembrado esperanza a miles de kilómetros de aquí».

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