La época estival nos ha dejado bonitas historias de aquellos que regresan al lugar que les vio nacer, al pueblo de sus abuelos, a la casa de los tíos... Antes de que toque a su fin me gustaría contar la historia de Ernesto y porqué desde este verano luce en un mural, en la puerta del garaje de su casa de Petín.
Irene, la nieta de Ernesto, estudiante de Diseño en la Complutense, vino este verano, como tantos otros, a pasar unos días en el pueblo de su abuelo. Le encanta realizar dibujos grandes y no puede hacerlos «casi nunca», así que cuando su tía Elena le propuso pintar al abuelo no lo dudó ni medio segundo y allá que se puso manos a la obra ayudada por su primo Sergio y bajo la expectante mirada de sus padres y de sus tíos.
Al finalizar la tarde Ernesto quedó inmortalizado en la puerta de su garaje con un mural pintado por sus nietos haciendo lo que más le gustaba, pescar carpas en el Malecón de Petín.
Ernesto, un hombre viajero que volvía cada verano a Petín
Ernesto vivió en la plaza de A Veiguiña hasta que por razones de trabajo se tuvo que marchar; Sevilla, Castellón de la Plana y un buen número de ciudades hasta echar raíces en Madrid que como dice su hijo, «cuando mi madre se cansó decidieron quedarse en el medio de todo, Madrid».
Ernesto trabajaba en una empresa de cementos especiales para centrales nucleares y presas y se desplazaba allí donde lo requerían. Cuando se jubiló se venía para Petín a pasar el verano a la casa que construyó en Camiño do Cobo y donde recibía su familia. Falleció hace cinco años y su familia siguió acudiendo a la cita estival, eso sí ahora menos tiempo.
La pintura mural que inmortaliza a Ernesto pescando, puede verse en la puerta del garaje de la casa situada en Camiño do Cobo, en Petín.