viernes. 19.04.2024

Dicen, los que son de aquí, que estamos viviendo temperaturas más propias del mes de agosto que de mayo. Y así, en plena explosión de la primavera, el Malecón se prepara de cara al verano.

Desde hace semanas los barquenses han tomado su paseo fluvial volviendo a traer la alegría al centro urbano. Los niños aprovechan las horas de sol en el parque mientras que sus padres observan aprovechando la sombra en algún banco o terraza cercana.

En la tarde y también aprovechando la sombra, se forman corrillos de amigos que hablan sobre el devenir del día y recuerdan tiempos pasados. Debates como la creación de la primera piscina aprovechando el río en la zona; la situación actual de la pandemia o cómo ha ido cambiando el trabajo en las pizarreras a lo largo de los años.

Son, en definitiva, debates animados que se disfrutan con el mismo entusiasmo que el aire fresco. Mientras, en varias mesas del paseo del Malecón, las partidas de cartas son la tónica imperante.

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Desde que hace buen tiempo siempre hay partida.

«Aquí, lo que prima, es la brisca», señalan mientras comienza la partida. Y, en seguida, una se da cuenta de las «tablas» que tienen las jugadoras.

«Usted es de las que cuenta eh…», señalo. «Bueno, es por ir viendo cómo va la partida. Pero tampoco tengo las cuentas tan claras». Créanme, si les digo, que hay jugadores de póker menos profesionales.

Abajo, en la hierba, niños y mayores disfrutan mojando los pies en las inmediaciones de la playa fluvial. No son pocos los que han decidido refrescarse a orillas del Sil.

Los más pequeños, que en cuestiones de agua suelen no tener límites, han pasado a mayores y de vez en cuando, sin querer, dan con sus posaderas en el agua. Lejos de enfadarse, los padres ríen.

Por el paseo, diferentes grupos de personas hablan animadamente bajo el cobijo de chopos y sauces. Otros, mientras tanto, pasean por la senda verde que rodea al río disfrutando del aire que corre.

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No solo los humanos salen a pasear.

Los más intrépidos, sin importar el calor, aprovechan las canchas deportivas para practicar su deporte favorito. «Nosotros vinimos aquí, hace diez años, desde La Coruña. Y el cambio del invierno al verano es inmediato», cuenta una pareja acompañada de sus hijos.

«Una semana dejas de encender la calefacción, y a la siguiente tienes que abrir las ventanas para que corra el aire», me explican. «Cuando llega este tiempo es la mejor época del año. Las terrazas se llenan de gente, los niños tienen un montón de espacio para disfrutar. Este es un sitio estupendo para vivir y formar una familia».

El paseo del Malecón de O Barco borbotea vida