
A menudo, los primeros en detectar que algo no va bien no son quienes sufren la pérdida de audición, sino quienes conviven con ellos. «Cada vez le cuesta más seguir las conversaciones», «sube mucho el volumen de la tele», «me pide que repita todo lo que digo»… Son señales sutiles que, con el tiempo, se hacen evidentes. Y entonces llega la frase que lo resume todo: «escucho, pero no entiendo».
Judith Rodríguez, responsable del centro Oírte+ de O Barco, conoce bien esta situación. Atiende a diario a personas que acuden por recomendación de sus familiares, derivadas desde el otorrino o simplemente porque han comenzado a notar cierto aislamiento. La pérdida de audición no siempre significa no oír sonidos, sino no comprender las palabras, especialmente en entornos con ruido o conversaciones grupales.

Revisiones gratuitas y pruebas específicas
Aunque algunos pacientes ya traen pruebas realizadas por el otorrino, en los centros auditivos se repiten con técnicas diferentes. Se evalúa la capacidad para comprender el habla, no solo la percepción de sonidos. Y todo ello, de forma gratuita. «No por tener una pérdida leve estás obligado a llevar un audífono, pero sí conviene valorar la evolución y anticiparse a un mayor deterioro», explica Judith. Además, pueden probar también, sin coste, los audífonos.
La recomendación general es realizar una revisión auditiva anual a partir de los 60 o 65 años, incluso si no se notan síntomas. Y antes, en caso de haber estado expuesto a ruidos intensos en el trabajo o haber sufrido algún tipo de accidente. Algunas medicaciones también pueden afectar al oído, y en esos casos suelen ser los otorrinos quienes derivan.
La imagen de los antiguos audífonos grandes y visibles ha quedado atrás. Hoy, la mayoría de modelos son discretos, con cables finísimos que se introducen casi sin notarse en el canal auditivo. Hay incluso quienes los personalizan con colores llamativos, especialmente en el caso de los niños.

Además, muchos dispositivos actuales no usan pilas, sino que se cargan como un teléfono móvil. «Solo hay que dejarlos en el cargador por la noche y tienes hasta 22 horas de autonomía», señala. También cuentan con conectividad Bluetooth, lo que permite recibir llamadas o escuchar música directamente desde el móvil. Y si se pierden, es posible localizarlos gracias a la geolocalización.
Volver a oír, volver a vivir
Uno de los momentos más emocionantes para quienes trabajan en este ámbito es cuando colocan el audífono por primera vez a alguien que apenas se comunicaba. «Ves cómo sonríe, cómo empieza a hablar con su acompañante, cómo se reencuentra con los sonidos de la calle…», cuenta Judith Rodríguez. Son escenas que se repiten a diario y que confirman que mejorar la audición es también mejorar la calidad de vida.

La tecnología ha avanzado, pero también lo ha hecho la actitud de la población. Cada vez más personas mayores quieren seguir activas, disfrutar del teatro, de las noticias, de una conversación entre amigos. Y si eso implica usar un audífono, lo hacen. Porque lo importante no es solo oír. Es comprender, participar, vivir.