La Navidad ha empezado a sentirse estos días en el Hospital Público de Valdeorras. No por luces oficiales ni grandes instalaciones, sino por la dedicación de las asociaciones de pacientes de la comarca, que un año más han decidido transformar los espacios del centro sanitario en un lugar más acogedor para quienes pasan por él en estas fechas.

Miembros de MOREA, ASFAVAL y DISVALIA dedicaron su tiempo a decorar distintos puntos del hospital: MOREA se centró en las consultas de Psiquiatría, mientras que ASFAVAL y DISVALIA trabajaron en la entrada principal, convirtiéndola en un recibimiento cálido para pacientes, familias y profesionales.
Estas tres entidades mantienen una larga vinculación con la labor social en Valdeorras. MOREA acompaña a personas con enfermedad mental y a sus familias a través de programas de apoyo, rehabilitación psicosocial, formación e inclusión. ASFAVAL y DISVALIA, por su parte, trabajan con personas con discapacidad intelectual, ofreciendo recursos como centros ocupacionales y de día, apoyo familiar y actividades integradoras, además de reivindicar sus necesidades y derechos.
La iniciativa, repetida cada diciembre, tiene un valor que va más allá de lo estético: visibiliza el compromiso de las organizaciones sociales de Valdeorras con la salud y la inclusión, y demuestra cómo la participación ciudadana, el voluntariado y las actividades creativas pueden generar un entorno más humano dentro del ámbito sanitario.
Un concurso que nació en pandemia y que ya es tradición
A la decoración de las asociaciones se suma la implicación de numerosos profesionales del hospital, que estos días adornan unidades de hospitalización, consultas y salas de espera. Su objetivo: hacer más llevadera la estancia de los pacientes y, al mismo tiempo, el trabajo de quienes atienden el centro durante las fiestas.
Fue precisamente de ese esfuerzo colectivo de donde surgió, durante la pandemia, el Concurso de Decoración de Nadal puesto en marcha por el Servizo de Humanización e Atención ao Paciente. La idea era sencilla y poderosa: «hacer invisibles las paredes del hospital» y reconocer el trabajo de los profesionales de los centros de Ourense, Verín y Valdeorras en un contexto especialmente duro.

La participación no ha dejado de crecer. De las visitas presenciales del jurado, que obligaban a recorrer todas las áreas durante varios días, se ha pasado al envío de vídeos y fotografías para facilitar la evaluación. Los premios son simbólicos —diplomas, pequeños regalos o menciones especiales—, pero el valor del certamen va mucho más allá: fomenta el trabajo en equipo, la creatividad y el vínculo entre profesionales y pacientes.
El concurso alcanza este año su sexta edición, consolidado como una herramienta de humanización que refleja la dimensión comunitaria del hospital y el empeño de sus trabajadores por acompañar, no solo atender, a quienes pasan por él en estas fechas.

