
El grupo de arqueólogos de Sputnik Labrego se ha visto forzado a tomar la decisión de colocar videovigilancia en algunos de los yacimientos arqueológicos en los que trabajan en la comarca de Valdeorras como es el caso de la mina de Valborraz, en Casaio.
La razón no es otra que los expolios que ha sufrido la zona y que descubren cada vez que comienzan una nueva campaña. “Por el momento vamos a instalar esta tecnología en los yacimientos que están protegidos por Patrimonio”, destaca Carlos Tejeriza quien señala que para ello han puesto en marcha un proceso administrativo que incluye el visto bueno de los dueños de los terrenos. “Ya hemos instalado este sistema en Palos de Cabra, donde están las pinturas”, advierte.
Cabe recordar que el pasado mes de febrero, los arqueólogos advirtieron de que ‘los amigos de lo ajeno’ habían visitado las minas. «Esta xentuza deixou os seus "restos orgánicos" por alí. O patrimonio non é de ninguén en particular, é de todos nós». Un "expolio" que, como explican, solo sirve para arrancar parte de la memora colectiva de estos lugares.
Esta no es la primera vez que ocurre algo parecido en la mina. «Hai pouco que robaran a única inscrición escrita que quedaba da mina, e isto é unha perda irreparable». En este caso estiman que «o máis probable é que só atoparan un cravo».
Desde el año 2019 el equipo de Sputnik Labrego trabaja para «documentar todos los vestigios que aún quedan» en la zona. La antigua mina de Valborraz fue uno de los enclaves principales de la conocida como guerra del wolframio en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, cuando la España de Franco exportó este mineral en grandes cantidades, sobre todo a la Alemania nazi.
En este contexto, la mina de Casaio fue una de las gestionadas de forma directa por aquella Alemania, de ahí que sea conocida como la ciudad de los alemanes. Fue también en este período cuando la mina acogió el Destacamento Penal de las Minas de Valborrás, analizado en profundidad por el investigador Isidro García Tato.