domingo. 03.08.2025

Valdeorras Pueblo a Pueblo

En Valdeorras Pueblo a Pueblo seguimos nuestro recorrido. Esta vez nos dirigimos a Riomao, el último pueblo de A Veiga separado de O Barco por la serra do Viduedo.

Nos adentramos en rincones que sólo sus moradores conocen, descubrimos la riqueza natural y artística, develamos secretos de una tierra y de sus gentes.

Conocemos las aldeas de la comarca de la mano de sus vecinos que compartirán su manera de vida, tradiciones, historia…

En Valdeorras Pueblo a Pueblo, hacemos parada en Riomao, tierra de memoria, de agua pura y de castaños centenarios.

Desde el alto da Portela, punto que separa O Barco del Concello de A Veiga, una carretera zigzagueante nos conduce entre montañas hasta Riomao, pequeño pueblo abrazado por la Serra do Eixe y la Serra do Viduedo, y bautizado por el río que discurre a sus pies.

Lo primero que encontramos es su iglesia, dedicada a San Antonio de Padua y a Santo Tomás, sus patronos. Las campanas —una de 1936 y otra de 1970— todavía suenan en días de procesión, cuando los vecinos recorren el cementerio donde reposan sus antepasados.

Alfonso y Pilar nos abren las puertas de su casa y de su memoria. Nos cuentan que en Riomao llegaron a vivir más de 200 personas. Hoy quedan cinco. Pero el alma del lugar sigue intacta: las airas donde se mallaba el grano, los hornos compartidos, la fragua entre castaños milenarios, y la fuente de la que —según dicen— mana la mejor agua de toda A Veiga.

Aquí, la naturaleza y el trabajo iban de la mano. Riomao vivía del campo, del ganado, de la castaña. Había rebaños enteros de cabras y ovejas, huertas que daban alimento, y pan que se recogía y se amasaba entre todos.

Y aunque muchos marcharon, algunos como Alfonso volvieron. Porque como él mismo dice: «Eu quero a Riomao. Senón non estaría aquí. Durmo na cama onde nacín. Este aire é moi sano, aquí está a vida»

Hoy Riomao duerme en silencio, con sus casas vacías y sus recuerdos latiendo entre piedras y castaños. Pero mientras quede alguien que lo nombre, que lo habite y lo ame como Alfonso, Riomao seguirá vivo.

Nos despedimos desde este rincón casi olvidado, donde el tiempo parece haberse detenido, pero donde aún resuenan las voces del pasado.

Hasta el próximo destino, en Valdeorras, Pueblo a Pueblo.

Valdeorras Pueblo a Pueblo