
Julio Mourelo, director de Cáritas Interparroquial de O Barco, lleva casi 10 años al frende de la ONG católica, desde que en septiembre de 2009 sucediera en el cargo a Gonzalo Vega, tras su repentino fallecimiento. No hubo opción, «no pude decir que no» explica, pero «sabía que no era un hobbie ni un juego, era una dedicación de tiempo importante, siempre con justicia», cuenta.
Llegaba Mourelo al cargo cuando «los políticos no querían asumir la realidad» de una crisis que llamaba a la puerta y de la que «Cáritas dio la voz de alarma». Explica el director de la ONG valdeorresa que en aquel momento «nuestros informes eran los que utilizaban los políticos para mostrar la realidad de lo que estaba pasando, eran datos contrastados». Y así también quiso hacerlo en O Barco, «con un programa informático recogí los datos hasta 2009 e inicié la recogida de datos hasta hoy, para tener información correlativa y poder establecer variables», explica, y afirma que «hoy, estos informen marcan la realidad social que se vive en la zona».
Así hoy puede darnos cifras, las que describen 10 años muy duros en los que Cáritas ayudó a mucha gente. En datos totales, «en el año 2009, las personas atendidas fueron 728. En 2018 fueron 638. Una caída del 12.22%» comienza. Pero sin duda, el grupo que más destaca entre los datos que maneja en su portátil, es el de los sin techo. «En 2009 atendemos a 250 personas sin techo y en el año 2018 atendemos a 144. Se produce un descenso del 42.4%. Pero no hay que olvidar que el pico más alto lo marca el año 2011, cuando atendemos a 348 personas en esta condición», relata.
Desde mayo de 2018, la pensión que antes daba cobijo a las personas sin hogar deja de hacerlo, «y el efecto del boca a boca hace que ya sepan que en O Barco no se ofrece cama, así que paran en Orense o en Ponferrada o Astorga».
Cuenta Julio Mourelo que a lo largo del tiempo Cáritas ha sabido rodearse de quien puede ofrecer ayuda. Esa ayuda en forma de donativo, cuota de asociado, operación kilo, campaña de recogida de alimentos, juguetes, etc., que a la ONG le permite seguir desarrollando su labor año tras año. «Tenemos mucho que agradecer a la solidaridad desinteresada y también al Concello de O Barco que cada año aporta una subvención», explica,
Y es que esta labor sigue ayudando a mucha gente, sobre todo «a los extremos de la tabla», los menores de 25 años, hasta 225 personas este pasado año, y lo mayores de 45 años, hasta 216 atendidos. Para todos ellos hay en marcha un programa de búsqueda de empleo, una labor de poner en contacto empresas y demandantes de trabajo. Una confianza por parte de los empleadores en una profesional que controla hasta el último dato, Isabel Álvarez, trabajadora social, que conoce a cada persona, en quien confía plenamente Julio Mourelo, porque «es una incombustible, un potencial humano perfecto», y siempre ha sido su «mano derecha e izquierda, y mi ángel de la guarda».
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