Silvina Bravo es gerente de un proyecto con una filosofía especial, la Academia Silma. A ella acuden alumnos desde los 3 años de edad «porque había mucha demanda, porque me encanta esa edad y nos atrevimos a organizarlo», cuenta. El equipo de la Academia Silma se puso manos a la obra, y desarrolló materiales de trabajo con los que inculcar las enseñanzas musicales a su alumnado, basados sobre todo, en el juego. «Los niños son muy permeables y divertidos, pero sí es cierto que tienes que tener mucha paciencia y dedicación; les estás inculcando una enseñanza auditiva y motriz», explica. Un reto que se les antoja nuevo cada día, en el que los más pequeños exigen, según explica, que «cada clase sea diferente».
A Silvina lo que más le enerva es que hay quien cuestione que un niño o niña «no tiene oído para o quizás no vale para». Tajante sentencia que para eso estamos los adultos, para enseñarles a los más pequeños, porque «todos valemos para lo que nos querramos proponer; si un adulto puede, con más razón puede un niño de 3 años».
Las Academia Silma, sita en las galerías que unen O Malecón con la Avenida Condesa de Fenosa de O Barco, ofrece clases de canto y de piano, pero también da apoyo al Conservatorio de la villa. Y para ello, también han desarrollado su propio método, como por ejemplo un solfeo especial para aquellos niños que más les cuesta, utilizando todo tipo de instrumentos hasta que «el ritmo sea comprendido». Algo que sigue la filosofía de esta academia especial cuya máxima es que el niño se lo pase bien aprendiendo, porque «cuando te diviertes, aprendes sin darte cuenta».
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