A donde va, triunfa, así podríamos hablar de la obra de teatro que se llevó a cabo en la tarde de este sábado en el Teatro Lauro Olmo de O Barco.
Drácula es una adaptación en verso de la celebérrima obra de Bram Stoker pero, sobre todo, una temeridad que osa arrancar al Conde de sus tinieblas a base de risas.
Una producción ambiciosa que muestra una trama continua que zigzaguea entre los icónicos personajes a los que el protagonista mordisquea.
Los barquenses pudieron disfrutar de una adaptación que busca dar una vuelta al cliché del “amor romántico” para convertirse en una comedia transgresora con una mirada crítica sobre la igualdad de género.
Drácula de Abubukaka es lo que todos sabemos de Drácula, toda la imaginería que abigarra la catedral erigida en honor a las sombras por tantos mitos, leyendas, libros, películas, cómics… lo único es que Abubukaka no solo quiere iluminar esa catedral, sino que pretende bailar un vals vehemente sobre las losas para que cada paso reverbere con grandilocuencia en su bóveda.
La vena romántica de Abubukaka no da tanto como para alcanzar lo sublime, al menos no por la parte de lo bello, algo podría arañar por la otra parte, por la parte de lo ominoso, pero donde sí que desea hincar el diente Abubukaka es en la arteria principal de la moralidad.