La ola de incendios que asoló la comunidad hace 1 año dejó junto a 4 fallecidos y un rastro de destrucción extremo, una densa nube de humo que afectó a Valdeorras e incluso el Bierzo.
Valdeorras, por suerte, no fue pasto de las llamas, pero el humo impidió tal día como hoy ver el cielo o el sol en un día totalmente despejado. En muchos puntos de la comarca y alrededores las farolas permanecían encendidas a lo largo de la mañana y los vehículos debían circular con las luces de cruce o antinieblas debido a la intensa humareda arrastrada por el viento.
Esto se debe a que cuando se queman materiales de origen natural, como madera o resina de los árboles, se desprenden partículas diminutas de carbón y otras sustancias que son capaces de llegar al aparato respiratorio provocando y agravando enfermedades, así como irritación de ojos.
El balance total fue de 49.171,59 hectáreas -el 53% de ellas masa arbolada y el resto de monte raso- quemadas entre el 14 y 15 de octubre del pasado año, donde se contabilizaron un total de 264 incendios, siendo la provincia de Ourense la más afectada con 22.623,23 hectáreas quemadas, seguida por las 20.085,86 de Pontevedra, y ya quedándose muy lejos las provincias de Lugo con 5.734,45 y A Coruña con 728,05. En la provincia de A Coruña los principales incendios sacudieron al Barbanza y a la Ría de Muros y Noia, destacando los sucesos de Boiro y Muros, pese a que los incendios si afectaron a esas zonas, los núcleos apenas sufrieron los efectos de la humareda debido a que la dirección de los vientos empujaron el humo hacia el interior.
De acuerdo con Medio Rural, el 23% de lo quemado pertenecía a Rede Natura, abarcando un total de 11.400 hectáreas.