La adolescencia, ese momento en el que todo lo que vemos creemos que es así. La dichosa adolescencia, que tantas alegrías nos puede dar, pero también tristezas.
Que levante la mano quien no ha idealizado una relación por todo lo que ha visto o leído a lo largo de su adolescencia. Somos vulnerables antes esos perfiles que nos imponen en los medios audiovisuales.
Como siempre, no hay que generalizar, pero las típicas películas como After o 50 Sombras de Grey, nos muestran amores tóxicos desde una perspectiva que, muchas veces, no nos damos cuenta de que son dañinas para nuestra salud mental.
Y sin necesidad de ser relaciones amorosas, también se puede llegar a creer que nuestras amistades o padres deben ser de una manera definida por todo aquello que consumimos.
Hay que diferenciar la realidad de la ficción, se debe tomar nota de que la vida no es solo lo que consumimos para entretenernos, hay mucho más a nuestro alrededor.
Cada persona y situación es diferente, no se puede pretender que tu pareja sea de una manera determinada (véase Hardin Scott o Christian Grey). Tampoco puedes intentar que tus familiares cambien dependiendo de tu estado de ánimo a causa de una película o una serie.