Preocupación entre los ganaderos del oriente ourensano por la expansión de la dermatosis nodular contagiosa
Secundino Domínguez habla con preocupación sobre la posible expansión de la dermatosis nodular contagiosa, una enfermedad que ya ha obligado a sacrificar miles de reses en Cataluña. «No 2024 xa sufrín un vaciado sanitario por tuberculose, mataron a todo o gando. Foi a ruína. E psicoloxicamente tamén che deixa tocado», recuerda desde su explotación en Manzaneda, donde hoy cuida medio centenar de vacas.
Por eso, cuando la Xunta anunció la suspensión de ferias y la restricción de movimientos de animales, sintió alivio, aunque con matices: «Paréceme ben que tomen medidas, pero tiñan que telas tomado antes. Sempre se acordan tarde».
Su reacción resume la de muchos ganaderos que viven con temor la expansión de esta nueva enfermedad. Galicia no ha registrado ningún caso, pero el recuerdo de anteriores crisis sanitarias y la dureza de un año marcado por la sequía y los incendios han multiplicado la inquietud en el rural. «Entre os incendios e a seca non hai pasto. Grazas a que nos mandan herba de fóra, porque se non sería imposible manter os animais», explica Secundino.
El ganadero teme que la infección llegue a su comarca. «É moi contaxiosa. Se entra nunha explotación, hai que sacrificar todo o gando. Non se salva nada», dice con la serenidad de quien ya ha vivido la ruina una vez. Y reconoce que cada temporada resulta más difícil resistir: «Entre as trabas da Administración, as enfermidades, a seca e os incendios, cada vez é máis difícil. Hai xente nova que empezou e xa o deixou. E outros, se lles pasa como a min cando tiven o vaciado sanitario, botan o peche e marchan».
La dermatosis nodular contagiosa (DNC) es una enfermedad vírica que no afecta a las personas, pero se transmite con facilidad entre el ganado bovino a través de moscas, mosquitos o contacto directo. Su detección a principios de octubre en la provincia de Girona y la aparición de nuevos focos en Cataluña han incrementado el riesgo en toda España.
Ante este escenario, la Consellería do Medio Rural ha adoptado medidas preventivas para proteger la cabaña ganadera gallega. Desde el lunes están suspendidas todas las ferias, certámenes y subastas de ganado durante 21 días, un periodo que podrá prorrogarse según evolucione la situación. También se prohíbe la entrada en Galicia de animales procedentes de explotaciones situadas en zonas restringidas, salvo los destinados a sacrificio que se trasladen directamente a los mataderos. Además, es obligatoria la desinsectación de todos los animales y de los vehículos de transporte, y se establece un periodo de vigilancia veterinaria de 21 días para las granjas que incorporen animales de fuera de Galicia.
El director general de Ganadería, Agricultura e Industrias Agroalimentarias, José Balseiros, pidió «responsabilidad y tranquilidad» al sector y recordó que no se ha detectado ningún caso en Galicia. Al mismo tiempo, reclamó al Ministerio de Agricultura una mayor coordinación estatal, la autorización de una vacuna marcada con fines preventivos y indemnizaciones contundentes en caso de que se declarase algún foco.
Secundino escucha esas promesas con esperanza, pero también con escepticismo: «Máis caro é arruinar os gandeiros que pagar unhas vacinas. Noutras cousas non lles importa tirar o diñeiro», comenta. Cree que la vacunación sería la única forma eficaz de evitar otro desastre: «O inverno pode axudar, porque hai menos mosquitos, pero dura o que dura. Se non se actúa agora, o ano que vén estaremos igual».
Mientras habla, observa a sus animales en el prado. Su rutina sigue, pero el temor esá ahí «A situación é moi dura, pero seguimos. Non queda outra», concluye. Su testimonio resume el de muchos ganaderos gallegos: cansancio, incertidumbre y una esperanza obstinada en que, esta vez, las medidas lleguen a tiempo.