martes. 03.06.2025

Hablemos del tiempo

El escritor Juan Álvarez López «El Letrastero» reflexiona este mes sobre la vida sencilla, el paso del tiempo, la autenticidad y el verdadero valor de las cosas
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​Recuerdo, que hace muchos años, una persona muy cercana me confesó que a una cierta edad las cosas dejan de ser tan trascendentales; perdiendo bastante tremendismo, y cobrando la importancia justa que requieren, nada más. 

​Hoy, no sé explicar el motivo, pero al acabar la jornada y entre ese sosiego que brinda la noche y la tranquilidad que contagia el silencio, me puse a rememorar la figura de un… político, pero ante todo ser humano, como es el caso del tristemente desaparecido José “Pepe” Mujica. 

​Y sí, reparé, que lo que tantas veces vimos en entrevistas desde su casa: esa austeridad latente y plana, no era más que el reflejo claro de alguien a la que la parafernalia del poder y el lujo siempre le habían sobrado. 

​Su caso puede resultar muy peculiar, anecdótico. E incluso, estarán los que lo tachen de un gesto de cara hacía la galería.

​Pero, vamos a ver ¿Tanto cuesta entender que alguien esté feliz y contento con las cosas viejas que le rodean? Sus cosas, que no son otras que recuerdos también. Pues ya… no se hable más.

​También deberíamos empezar a valorar a las personas y no ceñirnos únicamente a lo que nos pueden aportar.

​Aunque, si nos amparamos bajo el techo del epicureísmo, podríamos dejar de ser tan “perros verdes”, y conformarnos con lo que tenemos, ni más ni menos.

​Yo, que tengo que admitir que, el día que repartieron unas porciones de ambición, me debió coger muy ocupado, o Babia. Aunque, ya para ser más cercanos, seguramente, mi mente esté visualizando esos paisajes triveses por los que mis pupilas suelen planear meses atrás, y que involuntariamente protagonizo cuando le calzo a mis oídos unos auriculares, con el consiguiente closedque ponen de manifiesto mis párpados.

​Tal vez, por eso, cuando se presentan ante mí los protagonistas del mundo literario a los que les tengo que dar el papel principal en el circo de mi imaginación, tienden a ser unos antihéroes. Unos desterrados sin patria ni bandera. Raindogs, así es como los definí, producto del submundo literato-musical del siempre irreverente Tom Waits.

​Así que, ya sea con el lagrimal todavía humedecido por la marcha de Pepe Mujica, o por el poco caso que la sociedad actual le ha hecho al filósofo y pensador griego Epicuro… sólo me queda decir que sí… que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.

​Y a todo esto, ahora mismo acaban de llamarme para ofrecerme un seguro de decesos. Sí, y he tenido que mantenerme otra vez en mis trece: no pienso en lo que vendrá tras la inminente puesta de sol… voy a hacerlo sobre el último suspiro. Por lo que no ha pasado de un instante de batalla posicional con uno de esos comerciales agresivos que salen de las sesiones de motivación de su aseguradora creyéndose tal vez un Lobo de Wall Street.

​Por eso, animaría a todos –me tiro yo también de cabeza a la piscina, aunque no tenga agua– a soñar, a imaginar, a amar, a sonreír… etcétera, si es con música, mejor que mejor, porque son de las pocas cosas que el dinero, a día de hoy, no puede comprar. 

​¡Ah! Y el tiempo… porque como dijo Mujica: es lo más valioso, y con lo que a veces pagamos sin darnos cuenta. Y tened en cuenta que lo dijo una persona que estuvo casi quince años en prisión, privada de libertad. Por lo que… algo sabrá del tiempo que no vuelve ¿no?

​Hay que dejar el camino social alquitranado, porque en él se nos quedan clavadas las pezuñas.

Hablemos del tiempo