miércoles. 11.06.2025

El camino interior

El escritor Juan Álvarez López «El Letrastero» reflexiona este mes, en la colaboración mensual de Somos Comarca, sobre la importancia del silencio en completa armonía con «una pieza cargada de salvaje y virtuoso sosiego» de la naturaleza interior de su «alta tierra»
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Desde Cabeza Grande de Manzaneda reflexionando sobre el silencio que lleva al camino interior

           Siempre que me pongo en predisposición de iniciar una ruta que, para mí, viene a significar algo así como mi particular Meca, percibo algo especial desde que me ato los cordones hasta que llego a su finalización. Libre de matices religiosos, pero con unas excelsas dosis de simbolismo infundado; aspecto que, de manera sutil, provoca que venga esprintando a zancada desbocada, directo a mi pensamiento, el escritor Ernesto Sábato.

            El polifacético autor afirmó en su día que: “Siempre es levemente siniestro volver a lugares que han sido testigos de un instante de perfección”. Y, aunque esta frase tenga una gran parte de veracidad, esta mañana he vuelto a discrepar con el escritor argentino, pues no creo que volver a subir hasta la Cabeza Grande (Estación de Montaña de Manzaneda) tenga esa carga de oscuro reincidir en un retorno acometido con regularidad anual.

            Y es que, es inútil oponer resistencia cuando las mazas del pensamiento golpean a cada paso la planta de ese aprendiz de zancada ligera que mueve regularmente los pies, y que, cifrando los tropiezos que rebuscan ese halo exiliado de oxígeno; el proscrito aliento que se fuga en cada exhalación, asciende con el alma colmada de felicidad.

           La misma sensación que habita en esa perfección aludida y que guía con la gratitud prensada a nuestro espíritu reflexivo, a lo largo y ancho del siempre familiar Roteiro dos Curros, en el cual suelo seguir las huellas de Justo y Jacobo, mis ficticios escuderos. En fin, tonterías de esas… muy mías.

            Por todo ello, creo que, aunque sea como mínimo una vez al año, vale la pena volver a calzarse las viejas botas de montaña –quince años que llevaban sin subir– y volver a ese lugar en el que los instantes carraspean con el soplido del viento en los oídos, no sin antes dejar su rúbrica melodiosa, la de esa orquesta invisible que silba por el Macizo Central una pieza cargada de salvaje y virtuoso sosiego.

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El Letrastero reflexiona sobre el silencio que le lleva a su camino interior en lo alto de Cabeza Grande de Manzaneda

            Una vez recorrida la ruta, he subido al alto, y allí, me he permitido el “lujo” de sentarme en el banco que se encuentra en ese punto. He sacado el teléfono móvil –que no había echado de menos, todo sea dicho– y he puesto una canción. Un tema en concreto, que se ha convertido en la banda sonora de esta reiterada excursión desde hace años.

            Y… como iba contando… a mitad del “Coming Back To Life” de Pink Floyd y sin todavía saber muy bien el motivo, una voz mecánica e impersonal se ha dirigido a mí por mi nombre. A continuación, se ha presentado como “Mi asistente de Google”, mostrando su predisposición a ayudarme sin que yo, o por lo menos conscientemente, hubiese requerido sus servicios.

            Y es que, si soy sincero, ese momento para mí es sagrado. Sí, vale, llamadme flipao, pero en ese espacio de tiempo hacia rutas salvajes, me siento poseído por el espíritu de Cristopher Mcandless. Y… si algo me ha quedado claro, es que es esos minutos… lo mejor apagar el móvil. Porque que no hay Gigas, ni asistente, ni aplicación, ni frase de Ernesto Sábato, que tengan la licencia para interrumpir ese momento de… perfecto silencio.

El camino interior