Montefurado: el túnel romano que cambió el río Sil

Montefurado: el túnel romano que cambió el río Sil
En las profundidades de los valles de Quiroga y al margen del cauce sinuoso del río Sil, se alza uno de los legados de ingeniería más fascinantes de la Galicia romana: el túnel de Montefurado, también llamado “Boca do Monte”. Esta obra no nació por capricho, sino como parte de una ambiciosa estrategia para explotar el oro que arrastraban las aguas del Sil.

La obra se remonta al siglo II, bajo el mandato del emperador Trajano, periodo en el que el Imperio romano intensificó su explotación de los recursos naturales de la antigua Gallaecia. Los romanos se enfrentaban a un meandro pronunciado del Sil: el río trazaba un bucle que dificultaba la extracción de los sedimentos con oro. Para solucionarlo, excavaron un túnel en la Peña do Corvo mediante la técnica de torrefacción, calentando la roca con fuego para fracturarla y excavar.

El propósito era desviar el cauce natural del Sil por el túnel, dejando seco el tramo del meandro que contenía ricos depósitos auríferos. Con el agua redirigida, era posible trabajar sobre el antiguo lecho con mayor facilidad para recuperar el oro depositado en sedimentos. Algunas fuentes estiman que, durante los siglos de funcionamiento, la zona pudo aportar hasta 190 toneladas de oro hacia Roma, con ritmos de extracción de hasta 7.000 kilos por año.

 En su momento, este túnel no era una pieza aislada, sino parte de una red de labores mineras distribuidas a lo largo del tramo medio del Sil, donde los romanos desarrollaron un complejo sistema de canalizaciones, cortas y galerías para extraer el mineral. De hecho, se considera una de las mayores obras subterráneas de ingeniería hidráulica conservadas del Imperio romano en la península ibérica.

El nombre del lugar, Montefurado, significa literalmente «monte horadado» o «monte perforado», y da cuenta de la magnitud de la intervención: una alteración radical del paisaje para ponerlo al servicio de la minería aurífera. La actuación transformó no solo el curso del río, sino también la relación entre el ser humano y el entorno natural en este punto estratégico de la Ribeira Sacra.

El túnel hoy: vestigio frágil y amenazado

Originalmente, el túnel tenía aproximadamente entre 120 y 150 metros de longitud. Sin embargo, un derrumbe acaecido en 1934 y el paso del tiempo redujeron su tramo conservado a unos 52 o 54 metros. Las dimensiones actuales no están claramente documentadas, aunque algunas fuentes indican que podría alcanzar los 19 metros de ancho y los 17 metros de altura en ciertos puntos.

Además del deterioro natural, el túnel sufre amenazas adicionales: la acción erosiva del río, los desmoronamientos del macizo rocoso desde finales del siglo XX, y las vibraciones provocadas por el tráfico cercano de la carretera N-120. También se ha alertado en ocasiones sobre la posibilidad de actividades extractivas o desmontes en su entorno, lo que generó preocupación entre colectivos patrimonialistas y vecinos. No obstante, en 2025 se paralizaron los permisos para nuevas prospecciones en la zona tras denuncias ante la Xunta, según medios locales.

En 2020 se completó un estudio arqueológico multidisciplinar para comprender mejor la estructura y el entorno del túnel. Ese trabajo combinó geología, historia y arqueología del paisaje, bajo la dirección del CSIC y con apoyo de la Xunta.

Rehabilitación y puesta en valor: un proyecto con más de un millón de euros

En mayo de 2025, se da un paso más para su recuperación. La Confederación Hidrográfica del Miño-Sil (CHMS) y el Ayuntamiento de Quiroga firmaron un convenio para restaurar y revalorizar el entorno del túnel romano. La inversión prevista es de 1.075.000 euros (IVA incluido), de los cuales el 90 % será aportado por la CHMS y el 10 % restante por el Concello.

El plan contempla la creación de una senda circular de 4 kilómetros, un mirador panorámico, una pasarela sobre el río y un espacio interpretativo en la aldea, pensado para divulgar la historia de este enclave. Con estas actuaciones, se busca recuperar un entorno de alto valor patrimonial e integrar el túnel en una experiencia cultural, arqueológica y natural.

Además, hace unos días, la CHMS firmó un segundo convenio con las universidades de A Coruña y Salamanca para estudiar la salud geológica del monte y diagnosticar posibles riesgos de derrumbe. El presupuesto de este estudio específico es de 320.334 euros, financiado íntegramente por la CHMS.

Montefurado como puerta histórica del agua

Montefurado no solo es un testimonio de la ingeniería romana, sino también un símbolo de la estrecha relación entre el agua, el oro y el control territorial. Esta obra abrupta cambió el cauce del Sil para revelar lo oculto bajo el río, convirtiendo el túnel en una “puerta de salida” de la Ribeira Sacra hacia el interior de Galicia.

Con su rehabilitación, se espera que Montefurado recupere su sitio como destino patrimonial y turístico, combinando naturaleza e historia, y que contribuya a fijar población en el medio rural a través del turismo cultural y arqueológico.