Con estas palabras, Severino González, gerente del Clúster da Pizarra de Galicia, resume las expectativas del sector para 2025. La industria, que representa el 90% de la producción total en la comunidad y es uno de los motores económicos de Valdeorras, encara un panorama lleno de incertidumbres. Desde la inestabilidad política global hasta la falta de mano de obra especializada y el escaso reconocimiento en su tierra, el camino hacia un año exitoso se antoja complicado.
El mercado exterior sigue siendo vital para la pizarra gallega, especialmente en países como Francia, que absorbe más de la mitad de las exportaciones. Sin embargo, las tensiones políticas en Europa, la guerra en Ucrania y la posibilidad de nuevos aranceles en Estados Unidos amenazan la estabilidad del sector. «La construcción no se mueve como antes, y eso nos afecta directamente», afirma González. Aunque Francia sigue siendo un comprador fiel, la caída del 8,4% en sus importaciones de pizarra refleja la ralentización de su sector constructor, y no tanto la pérdida de cuota de mercado.
A esto se suma la incertidumbre sobre posibles políticas proteccionistas en Estados Unidos, donde la reelección de Donald Trump genera dudas. Aunque aún no hay medidas concretas, el simple temor a aranceles adicionales ya pone en alerta a los exportadores.
La mano de obra, el talón de Aquiles del sector
Uno de los problemas más graves para el sector es la una profesión que requiere alta especialización. «La colocación es fundamental para abrir nuevos mercados o consolidar los actuales, pero la escasez de mano de obra capacitada nos limita enormemente», explica González.
El Clúster da Pizarra está invirtiendo en formación para suplir esta carencia, pero atraer a jóvenes hacia esta profesión no es tarea fácil. A pesar de ser un trabajo bien remunerado y con futuro, muchos optan por quedarse en el mercado nacional, donde la demanda ya supera la oferta.
Aunque la pizarra gallega es mundialmente reconocida, en su propia tierra tiene que lidiar con obstáculos insólitos. En muchas zonas del sur y la costa de Galicia, los planes urbanísticos prohíben su uso en cubiertas, priorizando materiales como la teja. González lo considera un contrasentido: «Es irónico que un producto local tan valorado fuera de nuestras fronteras no se permita aquí». Además, desmonta la idea de que la pizarra contribuye al “feísmo” arquitectónico, un estigma que pesa injustamente sobre el material.
El Clúster lleva años trabajando para cambiar estas normativas, aunque los avances han sido lentos. «Convencer a las administraciones de que la pizarra puede convivir con otros materiales, como ocurre en el resto de Europa, es uno de nuestros grandes retos», añade.
Innovación y sostenibilidad: las claves del futuro
A pesar de los retos, el Clúster sigue apostando por la promoción e innovación como pilares de su estrategia. En 2025, se intensificarán las acciones de divulgación dirigidas a arquitectos, constructores y el público general, destacando las ventajas únicas de la pizarra: durabilidad, sostenibilidad y una estética inigualable. «La pizarra es un material que puede durar más de 200 años y tiene unas características que ningún otro producto iguala. Queremos que el mundo siga reconociendo su calidad y sostenibilidad», señala González. Además, el sector continuará invirtiendo en proyectos de I+D+i para adaptarse a las nuevas demandas del mercado.
A pesar de las dificultades, el sector se prepara para este 2025 con la esperanza de mantener, e incluso superar, las cifras del año anterior. «Tenemos un producto único que sigue siendo demandado en todo el mundo. Nuestro reto es superar las barreras actuales y seguir consolidando la pizarra gallega como un referente internacional», concluye González.
