
Abrió sus puertas en 1944 y las cerró en 1963, casi 20 años de vida en el Santuario para cubrir el vacío de centros de formación de la época
El Santuario de A Nosa Señora de As Ermitas —O Bolo— , la joya arquitectónica patrimonial de la comarca, ha tenido a lo largo de su historia una función docente que el historiador Antonio Castro Voces considera de gran importancia para la comarca.
Comenzó allá por 1834. En una visita pastoral, el obispo Torres Amat viaja hasta As Ermitas y comprueba la necesidad de crear una escuela de primeras letras, que entonces no existía. Se materializa en 1846 con la finalidad de ofrecer instrucción y conocimientos, al amparo del patronato del Obispo de Astorga.
Esta preceptoría de As Ermitas se convierte en Seminario Menor en el curso escolar de 1944-45, siendo el administrador del Santuario Felipe Álvarez Álvarez, que acabó convirtiéndose en su primer rector. Fue clausurada en 1963-64, al abrirse nuevos seminarios y centros en La Bañeza —León—, Vega de Espinareda —León—, Puebla de Sanabria —Zamora— y el Colegio Pablo VI de A Rúa.
El objetivo del Seminario Menor era dar acceso a los estudios eclesiásticos, tarea difícil en la época debido a la larga distancia que había desde los pueblos de Valdeorras, Quiroga, Trives y Viana, y Valdeorras hasta la capital.
Pero ¿cuál fue el papel y la historia del Seminario Menor? El historiador e investigador Antonio Castro Voces la desglosa destacando que en el citado Seminario se cursaban los cuatro primeros años de enseñanza, para acceder seguidamente al Seminario Mayor de Astorga y continuar la carrera eclesiástica.
Castro Voces cuenta que el Seminario Menor de As Ermitas tuvo gran importancia en Valdeorras, en un tiempo dominado por la emigración, que obligaba a dejar los hijos con familiares o bien estudiando en As Ermitas. Además, «Entonces, no había ningún centro de formación y vino a cubrir ese vacío», valora.
Durante sus casi 20 años de vida pasaron 1484 alumnos por el Seminario y tuvo tres rectores, Felipe Álvarez, Gonzalo Fernández y José García . Impartía cuatro cursos de Latín y Humanidades, mientras que el quinto había que hacerlo a Astorga, pasando así al Seminario Mayor, que constaba de tres años de Filosofía y cuatro de Teología. El siguiente paso era ya ordenarse sacerdote.
Castro Voces detalla que para solicitar el ingreso en el Seminario Menor del Santuario era necesario aportar una partida de bautismo y la confirmación de la voluntad de querer cursar la carrera eclesiástica; un certificado de buen comportamiento y un certificado de que no se padecía ninguna enfermedad contagiosa.
Los alumnos pagaban la estancia en dinero, 1.500 pesetas, o en productos del campo como habas, garbanzos, tocino etc., que Agustina, la cocinera del Santuario empleaba para cubrir las necesidades alimenticias.
Las notas del Seminario Menor, añade Castro Voces, eran «Méritus» — seis—, «Superatium» —siete —y Meritísimo —ocho— y Meritísimo Cum Laude — nueve y diez—. El «Reprobatio» era suspenso.
Una de las curiosidades es que en el período de vacaciones, los estudiantes se iban a sus casas y se ponían a disposición del párroco de sus pueblos. Al final del verano, el Seminario pedía un informe del comportamiento. «Iban a ser futuros sacerdotes y había que comprobar que se portaban bien», apostilla Castro Voces.
A partir de 1961 llega su declive. El Seminario Menor reduce de cuatro a dos los cursos y en 1963 deja de funcionar. Precisamente, a partir de esta fecha comienzan a funcionar otros centros como el Pablo VI de A Rúa y, poco tiempo después, el primer centro público en O Barco, el Instituto Marta Guisela.
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