A las siete de la mañana de este sábado, el hijo del propietario del conocido restaurante San Mauro escuchó un fuerte estruendo de cristales rotos. Desde su ventana, que da a la parte trasera del local, no tardó en imaginar lo sucedido: «creo que han vuelto a entrar en el restaurante», le dijo a su padre.
Enseguida se dirigieron al establecimiento para comprobarlo. Al llegar, confirmaron sus sospechas: la puerta trasera estaba destrozada. Esta vez, los asaltantes utilizaron una bombona encontrada en el patio del local. Aunque el cristal de triple capa resistió al principio, los golpes deformaron la estructura de la puerta metálica hasta que cedió, permitiendo el acceso al interior.
Una vez dentro, los ladrones se dirigieron directamente a la caja registradora, donde encontraron un botín escaso: apenas 20 euros, el cambio que se deja cada noche.
Según las marcas halladas en la zona, parece que los asaltantes saltaron la alambrada del pasadizo ubicado en la avenida de Manuel Quiroga, que estaba doblada. Para salir, utilizaron unas sillas con las que lograron ganar altura y huir de nuevo por el mismo camino.
Este no es un caso aislado. En la madrugada del Día de Reyes, el restaurante sufrió un robo similar, aunque en esa ocasión no hubo necesidad de forzar puertas ni ventanas. Los ladrones accedieron por el mismo punto y también se llevaron un botín reducido: monedas destinadas al cambio. Un botín escaso, pero todo indica que suficiente para volver de nuevo.
La Guardia Civil, que ya tiene una denuncia presentada, investiga el caso y señala que el modus operandi podría indicar la participación de un autor conocido en la zona.
El restaurante San Mauro, uno de los más emblemáticos de la comarca, se encuentra ahora reforzando sus medidas de seguridad para evitar nuevos sobresaltos. Joaquín concluye: «No se trata solo del dinero, sino de la tranquilidad de poder trabajar y vivir sin este tipo de preocupaciones».
