
Este jueves, O Barco de Valdeorras celebra una de sus jornadas más esperadas del calendario local: la festividad de Santa Rita. Con una imagen restaurada de gran valor artístico, una procesión multitudinaria y la tradicional bendición de rosas, la devoción por esta santa continúa muy viva en la villa, tal y como asegura el párroco Jesús Álvarez, quien invita a participar a todos los vecinos y visitantes.
La historia de Santa Rita en O Barco se remonta, como explica el sacerdote, a «tiempo inmemorial». Aunque el actual templo de Santa Rita es de nueva construcción, su nombre no fue elegido al azar. La parroquia principal ya estaba dedicada a San Mauro y en ella tenía también gran relevancia la imagen del Nazareno. Por eso, al levantar el nuevo complejo parroquial, se optó por una advocación muy arraigada en la localidad, y Santa Rita —cuya imagen ya se veneraba desde hacía décadas— fue la elegida.
La imagen primitiva de la santa, actualmente restaurada, se conserva en el retablo izquierdo de la iglesia de San Mauro. Es una olotina —procedente de los talleres de Olot, en Girona— llegada a principios del siglo XX, en torno a los años 20, según recuerda Don Jesús. «Fue regalada por una familia y es una imagen de altísima calidad. Aunque eran fabricadas en serie, se policromaban y trataban individualmente», explica. Esta misma imagen es la que protagoniza el cartel de los actos litúrgicos de este año.
La figura de Santa Rita está rodeada de simbolismo. Conocida como la patrona de los imposibles, de los enfermos y de los matrimonios, a ella se le atribuye una especial relación con las rosas. Una de las versiones más populares cuenta que, estando muy enferma, pidió una rosa en pleno invierno y su familia la encontró.
Sin embargo, el párroco subraya otra tradición, más ligada al dolor y al misterio de la fe: «Santa Rita tenía un deseo profundo de compartir los sufrimientos de Cristo. Le pedía al crucificado que le concediera al menos una de las cinco llagas del Señor, un ‘dolor suyo’, como signo de compasión y entrega. Y dicen que, en un momento de oración, una espina se desprendió del tallo de una rosa y se le clavó en la frente. Esa herida, abierta y sangrante, permaneció en ella toda la vida, recordándole que su sufrimiento era mínimo comparado con el de Cristo».
Sea cual sea el origen, las rosas forman parte esencial de la devoción. «Representan la fragancia, la belleza, la elegancia… y se bendicen como se bendicen el agua o los cirios. Muchas se llevan a hogares con enfermos, como una protección», explica Don Jesús. Incluso en el momento de su muerte, se cuenta que en su habitación, sin haber rosas presentes, se sintió un intenso olor a rosas, símbolo de su santidad.
La jornada religiosa del jueves arrancará temprano, con misas a las 08.00, 09.00, 10.00 y 11.00 horas, en las que se bendecirán las rosas de todos los asistentes. A las 12.00 tendrá lugar la misa mayor, presidida este año por el arzobispo emérito de Santiago de Compostela, don Julián Barrio Barrio. Tras la ceremonia, la imagen de Santa Rita que preside el templo que lleva su nombre, saldrá en procesión.
Aunque tradicionalmente iba sobre ruedas, este año se ha iniciado el cambio para volver a portarla a hombros, «poco a poco», comenta el párroco. Por ahora, continúa siendo transportada por un grupo de seis a ocho hombres que la cuidan durante todo el año y para quienes llevarla «es un orgullo».
La fiesta se vive intensamente desde hace días con el novenario, que concluye este miércoles con una ronda especial a cargo del grupo vocal Son do Sil. «Es como cuando antes se rondaba a las novias la noche antes de la boda. Marca el paso de la oración a la celebración», añade.
La devoción no solo se mantiene, sino que crece: «Es una procesión multitudinaria. En O Barco es fiesta local y vienen muchísimas personas también del Bierzo. La gente no se va sin su rosa bendecida». La parroquia, el pueblo y sus tradiciones se preparan así para vivir, un año más, la festividad de una santa que sigue contando con numerosos devotos.