
El inicio del año ha estado marcado por una serie de robos en establecimientos de hostelería y comercios de O Barco, lo que ha desatado el temor entre los empresarios locales. El bar Punta Cana, un centro de tatuajes, una pastelería, A Tenda da Rita, el restaurante San Mauro... son los locales afectados.
Desde el Centro Comercial Abierto (CCA), su presidente, Jacobo Arias, comparte la preocupación de los comerciantes: «La preocupación de que me puede tocar a mí la tenemos todos. Aunque los robos no sean de gran valor económico, los destrozos en escaparates y el daño causado en los locales generan mucha tensión entre los comerciantes. Te preguntas si al día siguiente te puede pasar a ti».
Arias también hace un llamamiento a evitar el alarmismo y las especulaciones: «Sin datos concretos, lo único que hacemos es hacer el problema muchísimo más grande y aumentar el miedo de cara a la sociedad. Esto ya ha pasado antes, no es una ola completamente diferente».
Además, insiste en que las redes sociales amplifican la sensación de inseguridad: «Lo que vemos ahí muchas veces hace más daño que otra cosa». En este sentido, señala que tanto la policía local como la Guardia Civil están haciendo su trabajo dentro de sus posibilidades, y reconoce las dificultades para estar en el lugar y momento precisos de un robo.
Además de los incidentes en locales comerciales, en las últimas semanas también se han producido robos en furgonetas de trabajo, un hecho que preocupa a empresarios de otros sectores. «Hubo un par de robos en furgonetas, pero no tenemos datos claros. No sabemos si fue gente de aquí o de fuera, y sin esa información, es difícil sacar conclusiones», afirma Arias. Añade que sería fundamental contar con las opiniones de los afectados y de las fuerzas de seguridad para poder analizar estas situaciones de forma más precisa.
Desde la Asociación Empresarial de Valdeorras (AEVA), su presidenta, Araceli Fernández, también ha mostrado su inquietud: «Estos hechos son preocupantes y esperamos que se tomen medidas. Los comerciantes necesitan poder desarrollar su actividad sin miedo».
Entre los comerciantes, los sentimientos son diversos. La dueña de un establecimiento de ropa confiesa: «Tengo miedo, aunque tengo alarma y creo que eso puede disuadir a los ladrones». Por otro lado, en Mercería Pili, la propietaria se muestra más tranquila: «No tengo miedo porque llevo toda la vida con la tienda abierta y nunca me ha pasado nada». Sin embargo, Cristina Teixeira, de la tienda Cousa Nosa, muestra una gran preocupación: «Han robado en varios sitios cerca de mi tienda, incluida una pastelería que ya ha sufrido dos robos. Mis escaparates son muy grandes, y eso me inquieta. Pido más seguridad y vigilancia policial».
Medidas en evaluación
La Asociación Centro Comercial Aberto está evaluando la posibilidad de coordinarse con otras asociaciones de la comarca para abordar la situación de forma conjunta. «Estamos a la espera de sentarnos con todas las organizaciones y buscar una solución socialmente viable», concluye Jacobo Arias.
Mientras tanto, comerciantes y empresarios locales acuden cada mañana a sus negocios con incertidumbre y preocupación, pensando en cuándo les va a tocar a ellos.