Siempre lo tuvo claro y no dudo en que nada la iba a parar, ni un mundo machista, ni las reticencias de otros muchos. Adelaida Arias, nacida en 1935, en Petín heredo la esencia de aquellas mujeres que salvaron la localidad valdeorresa de la invasión francesa. Aguerrida y valiente, rompió muchas fronteras sin saberlo, guiándose tan solo por lo que ella quería hacer, a pesar de lo que le dijeron.
Adelaida Arias, en contra de la costumbre de la época, no dudo en estudiar Graduado Social y Magisterio donde saco buenas notas que le permitieron conseguir un trabajo en el Liceo Francés en Vigo. Pero la tierra tira y junto a su marido, natural de San Xoán del Río, se instaló en A Pobra de Trives para regentar una gestoría y una autoescuela.
Ella no dudo en comenzar a dar las clases del examen teórico del carné de conducir, lecciones que compaginaba con las clases de preparación al bachiller que daba a las chicas. Finalmente el matrimonio se trasladó a O Barco donde continuaron con el mismo negocio un año antes de que naciera la Dirección General de Tráfico. No sin cierta desilusión, Adelaida reconoce que Ourense no quiso incluir su nombre, el de una mujer, en los primeros listados de profesores de autoescuela pero, como siempre había hecho en la vida, eso no le freno sino que fue un acicate para acudir a la primera convocatoria oficial de examen para sacarse el título de monitor. Tras tres pruebas de diversa dificultad, Adelaida llegó a Madrid donde, al igual que otras 250 personas, de las 5.000 que se presentaron, sacó el título de profesora de autoescuela. La diferencia es que ella era la única mujer, la primera en acceder al título. “Me sentí realizada, porque lo mío era la enseñanza”, reconoce.
Pero no todo fue un camino sencillo. Era 1971 y Adelaida tuvo que escuchar las risas, chanzas y reprobaciones de sus compañeros que pensaban que ella no iba a ser capaz, y vaya si lo fue porque ella siempre ha utilizado ese trato como gasolina para continuar hacia delante y demostrar que podía igual o mejor que los demás.
Ella reconoce que no ha sido la única que ha tenido que bregar en un mundo de hombres donde compaginar la casa y el trabajo era “lo que se tenía que hacer” en jornadas maratonianas que no acababan nunca pero en las que se ganó el cariño de los valdeorreses a los que, en muchos casos, incluso enseño a leer para que pudieran acceder al examen de conducir. “La mejor publicidad siempre fue el boca a boca. Para mí siempre fue gratificante”, apunta.
Más de cuatro décadas de dedicación que han culminado, este viernes, con la entrega del primer premio Compromiso Amicar, impulsado por la academia de transportes y la fundación Avata de ayuda al accidentado. Y es que Adelaida se tuvo que jubilar por problemas en la vista a los 75 años pero sigue acudiendo al que fuera su lugar de trabajo, su vida profesional durante tantos años y que ahora regenta su hija para continuar saludando a los clientes que pasan a verla o a llevar a sus descendientes, porque ella reconoce que ha dado clases a generaciones de valdeorreses que confirman lo necesario de este premio.
Fue su hija quien dio las gracias en nombre de ella, emocionada por el reconocimiento que su madre ha vivido y agradecida por que la sociedad valdeorresa no dude en admirar a esta pionera que lucho contra los prejuicios y demostró que “mujer tenía que ser”.
