

Librería Murciego cerrará sus puertas el 28 de septiembre y por ello hablamos con Manoli, «la jefa», y tres de los trabajadores que estuvieron a su cargo durante las últimas cuatro décadas. Quisimos saber por qué surgió el negocio y como cambió el sector a lo largo de los años, También hubo anécdotas y risas cómplices, muchas y sinceras.
«En principio era más pequeña, pero en solo unos meses ya ocupó todo el bajo que era de la familia». Manoli se casó y su destino era Madrid, a cursar estudios, pero lo que tiene estar recién emparejada, a su marido «no le apetecía mucho», rememora Manoli sobre la marcha de Valdeorras.
La alternativa fue montar un negocio, «teníamos este local y que mejor que dedicarlo a algo que me gusta», explica. Al principio tenía papelería, librería, estanco y «sobre todo, todo lo dedicado a Disney».
Y, es que Manoli, como ella misma confiesa, es «amiga de los niños» por eso en este establecimiento no faltaban juguetes, juego educativo y objetos de regalo que en aquel entonces solo podías encontrarlos en Murciego.
«Poco a poco fui ampliando, quería tener el pequeño Corte Inglés del pueblo y lo he conseguido. Aunque ahora, claro, otros ya crecieron más que yo», apunta. En esta frase está la clave de que no siga un poquito más porque, aunque tiene edad para jubilarse y es el principal motivo del cese de la tienda, lo que a ella más le importa es que no puede competir con las nuevas tecnología e «internet».

Hemos visto cómo va evolucionando todo esto. Tenemos la edad para jubilarnos, pero el motivo de la jubilación son las tecnologías. Que si, que es verdad que están avanzando y estamos tan acostumbrados a esos 44 años».
Como ella bien dice, han avanzado, la registradora, el código de barras, el fosforito, las etiquetas, pero eso ya es historia y el avance de la última décadas y la compra a través de internet la tienen asfixiada. «Se nos acelera mucho la tecnología y, llegada a esta edad es el momento para dejar paso a la gente joven», dice con su eterna sonrisa.

«Iba a ferias y quería traer lo mejor para el Barco, artículos que fuesen buenos, de calidad y buen precio». «Luego esto fue cambiando mucho, una vez que entraron otras casas la gente fue diversificando y tirándose a lo más barato»
El que tuvo retuvo y las firmas que había en Murciego siguen teniendo valor para coleccionistas, «nos está comprando gente de fuera porque no encuentran las cosas que tenemos aquí de Snoopy o Hello Kitty que ya han desaparecido y nosotros aquí aún tenemos esas reliquias», destaca. «Empezamos como buenas firmas y ahora estamos con el vintage», insiste con una sonrisa.
Los libros de texto y el material escolar, así como los juguetes y artículos de regalo eran el punto fuerte. Los meses de agosto y septiembre o diciembre y enero eran los mejores en cuanto a ventas. Era tal la repercusión que Manoli tiraba de sus hijos, de los amigos de estos, de vecinos para que le ayudasen y «hasta» contrataba trabajadores extra. «Hasta las 11 de la noche la gente hacía cola por las escaleras de la parte de abajo para recoger los libros. Hemos trabajado muchísimo», apunta.
«Una buena jefa»
Dos de sus antiguos empleados, Soco y José María y la que seguirá con ella hasta el 28 de septiembre que eche el cierre, Tita, coinciden en señalar que Manoli ha sido una buena jefa. José María agradece encontrar trabajo en la librería cuando falleció su madre —fue el que estableció el pago con el código de barras y metió las existencias en el sistema— mientras que Soco la sigue considerando de la familia. Lleva jubilada 10 años y estuvo 23 a su servicio, «volvería a trabajar aquí con los ojos cerrados», recalca.
Tita que aún sigue con «la jefa» afirmó rotundamente que era muy buena. Lleva trabajando con Manoli 39 años y se jubilará con ella. José María compraba sus colecciones en la librería y luego estuvo vendiendo. Con su especial humor recordó los uniformes del verano o los brindis en Navidad.

Pasión por las fiestas y la decoración
Sus escaparates eran un referente y en la Navidad nadie quedaba sin meterse en el disfraz de Papá Noel. Apasionada de las fiestas temáticas ideadas por el CCA —del que llegó a ser de la directiva— no dudó en ponerse de blanco, de negro y de lo que hiciese falta.

La gente se paraba a contemplar los escaparates que se adaptaban a la época del año. Soco pone el acento en ello: «La gente decía: ‘es que la Librería de Murciego con los escaparates…’ Y, era verdad. Eran impresionantes».
José María por su lado señala que el mejor de todos fue el que hizo en vivo y en directo el grupo teatral Gargallada. «Hicimos una secuencia de como si estuviésemos en la playa, éramos unos 15».

El 28 de septiembre cierra sus puertas
Hasta ese día estarán vendiendo todo lo que queda a precios «sin competencia». No habrá fiesta porque Soco no está, pero si se descorchará una botella de champán.
Llegados a este punto toca agradecer y Manoli así lo ha hecho: «Quiero agradecerle a todos, porque si esto duró casi 44 años fue gracias, no a nosotras —al equipo que formamos— sino también a todos los clientes de la comarca».