La Guardia Civil descarta el robo y ve una “escenificación” en el crimen de Leticia Sanabria: «Seguían las cosas de valor»
La escena no parecía la de un robo. El armario estaba abierto, sí, pero todo lo demás seguía en su sitio: las joyas, los perfumes, los objetos de valor. Solo faltaba el dinero. Unos 9.000 euros que Leticia Sanabria guardaba en casa y que, según las pesquisas, pensaba enviar a Paraguay el mismo día que murió. Este miércoles, durante la tercera jornada del juicio por su muerte, los agentes de la Guardia Civil que investigaron el caso lo dejaron claro: «Allí hubo una escenificación».
Leticia, de 29 años, fue hallada sin vida en el piso que compartía con Fátima A. en O Barco de Valdeorras el 10 de septiembre de 2021. Desde entonces, su compañera —con quien también trabajaba en un club de alterne— es la acusada. Esta semana, un jurado popular debe decidir si la muerte fue un homicidio con móvil económico o si, como sostiene la defensa, no hay pruebas suficientes para condenarla.
El responsable de la investigación explicó que en la inspección ocular no encontraron signos de entrada forzada ni rastro de violencia externa. «Todo estaba perfectamente colocado», apuntó. Por eso, pronto centraron la atención en el entorno más cercano. Uno de los aspectos que más llamó la atención fue que, pese al supuesto robo, las pertenencias valiosas permanecían en el domicilio. Solo desapareció el dinero.
Durante la sesión también se habló del perfil de la acusada. Varios testigos, según explicaron los agentes, la describieron como una mujer «violenta», «posesiva», «manipuladora» y «mentirosa». Algunos la conocían por el apodo de “king-kong”. Uno de ellos incluso afirmó que Fátima podría haberse sentido molesta ante la posibilidad de que Leticia regresara a su país.
Los agentes corroboraron que, en los últimos tres o cuatro meses, Leticia había enviado unos 28.000 euros a Paraguay, donde habría comenzado la construcción de una casa. Las declaraciones recabadas apuntan a que quería dejarlo todo y marcharse.
Otro de los elementos que ha cobrado fuerza es el uso de los teléfonos móviles. Según detallaron, los dispositivos de Leticia se movieron cuando, presumiblemente, ella ya estaba muerta. Se activaron funciones, se descargaron vídeos e incluso se instaló un antivirus. Todo ello horas después de su fallecimiento. También se encontró ropa en la lavadora, puesta esa misma madrugada.
En paralelo, una sanitaria que acudió al lugar tras la llamada de emergencia declaró que ya no se podía hacer nada. El cuerpo estaba sin vida. Notó marcas de uñas en el cuello de la víctima. Ambas, Leticia y Fátima, usaban uñas acrílicas por su trabajo.
A lo largo de la mañana del miércoles también testificaron otras personas del entorno. Una compañera del club relató que Leticia le había confesado que Fátima «se enfadaba cuando salía con otras chicas» y que le debía dinero. También dijo que en una ocasión había desaparecido dinero de la habitación del club. Una peluquera que las conocía coincidió en ese mismo patrón. Recordó haber visto a Fátima molesta por los envíos de dinero de Leticia a Paraguay. «Le llegó a decir: “¿Para qué tanto dinero?”», declaró.
La defensa trató de desmontar el móvil económico, recordando que el dinero desapareció, y cuestionó por qué nadie escuchó gritos si hubo una pelea. También insistió en las contradicciones detectadas entre los testigos.
Este jueves está previsto que declaren los peritos. Analizarán el posicionamiento de los teléfonos y tratarán de arrojar luz sobre las causas exactas de la muerte. El jurado deberá decidir si lo que ocurrió en aquel piso fue una discusión con consecuencias fatales o algo más frío, planificado y silencioso.