«Buen compañero, buen médico. Siempre la puerta abierta»

El pasado fin de semana, el Pazo do Castro fue el escenario de una celebración tan entrañable como merecida: la jubilación del Dr. Roberto Gayoso García, un rostro querido y respetado en el Hospital de Valdeorras.

Rodeado de colegas, enfermeras, personal del centro sanitario y, por supuesto, de su esposa Raquel, el cirujano coruñés —valdeorrés de corazón— cerró un capítulo de 43 años dedicados con vocación y humanidad a la medicina.

No fue una despedida cualquiera. Fue una fiesta organizada con cariño y detalle por Montse, Ángeles y Pili, tres compañeras que conocen bien lo que significó trabajar con Gayoso: cercanía, respeto y confianza.

«Siempre tenía la puerta abierta de su consulta, tanto a compañeros como a pacientes, nunca decía que no», recuerda cuenta Pili, enfermera con la que compartió tres décadas en la consulta. «Si venía una persona a llamar a la consulta aunque no tuviese vez, la atendía, sobre todo si eran mayores», añade, emocionada.

Pero el legado del Dr. Gayoso va más allá de su pericia con el bisturí. «Como compañero es maravilloso. Nos dejaba organizar y hacer nuestro trabajo», subraya Pili, una frase que resume la filosofía de un médico que siempre confió en su equipo y entendió la medicina como una labor coral.

En la fiesta —íntima pero cargada de emociones— no faltaron los regalos: un Apple Watch para que siga contando los pasos de la vida, un álbum de fotos que recopila momentos compartidos en el hospital, una caricatura con mascarilla incluida donde aparece operando… ¡a un botelo!, y un vale para un viaje, porque, tras tantos años cuidando de los demás, también él merece cuidarse y descubrir el mundo sin prisas.

De A Coruña al corazón de Valdeorras

El Dr. Gayoso llegó a Valdeorras en junio de 1992, año en que comenzó a operar en el entonces joven Hospital Comarcal. Se formó en Santiago de Compostela y completó las prácticas en el hospital Juan Canalejo, de A Coruña.

Se incorporó al servicio de cirugía, junto a los doctores Reboredo y Mosquera. Aunque nació en A Coruña, el Barco lo adoptó como propio, y él se dejó adoptar con orgullo. Siempre implicado, discreto pero presente, profesional y humano.

Quien ha coincidido con él en un quirófano o en un pasillo sabe que se marcha alguien más que un médico. Se despide un referente. Un hombre que estuvo allí cuando el hospital ya funcionaba a pleno rendimiento y que vio cómo el centro crecía y se consolidaba.

Ahora, con 70 años, el Dr. Gayoso cuelga la bata pero no el afecto que tantos compañeros y pacientes le profesan. Se va dejando huella, de esas que no se borran con el tiempo. Porque hay profesionales que curan… y otros que, además, dejan cicatrices de gratitud.

Fotos cedidas