
Creatividad, esfuerzo y calle. Así recuerda Ángel Álvarez su paso por la presidencia del Centro Comercial Aberto (CCA) de O Barco entre 2013 y 2015. Aunque su trayectoria comenzó algo antes, como parte de la directiva presidida por Charo López, no fue hasta asumir el cargo que se encontró de lleno con el reto: liderar desde un sector, la hostelería, que no era el dominante en la asociación. «Al principio hubo algo de resquemor por eso, pero la verdad es que lo resolvimos bien», asegura.
Y lo hicieron con ideas nuevas. Aunque el primer año mantuvieron el tradicional desfile, ya no lo organizó la empresa de Vigo que solía encargarse, sino una de Ourense. Pero lo más rompedor llegó después, con la puesta en marcha de los microdesfiles: pequeñas pasarelas frente a las tiendas que conquistaron al público. «Gustaron mucho. Queríamos que la gente estuviera en la calle, y lo conseguimos», resume.
La apuesta fue clara: renovar por completo la programación y lanzar campañas que revitalizaran el comercio local. Solo en 2014 se pusieron en marcha 18 acciones propias y se participó en otras 15 iniciativas promovidas por diferentes entidades, tanto locales como comarcales. El trabajo no pasó desapercibido: el CCA recibió una mención honorífica a nivel nacional por su creatividad. «Fue una locura de año», confiesa Ángel. Pero una locura compartida. «El éxito fue de los comerciantes que apostaron por esas campañas y colaboraron en todo lo que les propusimos».
A pesar de la crisis económica que golpeaba con fuerza en aquel momento, el equipo supo adaptarse al presupuesto disponible. «No era mucho, pero no nos hizo falta más. Solo ganas de hacerlo». De ahí nacieron ideas tan originales como el «teatro en los escaparates», una propuesta que funcionó sin grandes gastos.
Mirando el presente, Ángel ve que los desafíos siguen ahí, aunque en forma distinta. «Ahora el problema son los cambios de hábitos, las compras por internet… peligra todo: los puestos de trabajo, las tiendas, la luz en las calles». Por eso insiste en la importancia de seguir apoyando el comercio local: «Es fundamental para la vida en la villa».
Aunque su etapa como presidente duró tres años, se fue con la sensación de haber cumplido. «No me quedó nada pendiente. Me fui satisfecho», dice con rotundidad. Y aunque ya no forma parte activa del CCA, mantiene el vínculo con O Barco y sigue participando en actividades en la localidad.
El próximo 3 de mayo, si el tiempo lo permite, recibirá un homenaje junto al resto de expresidentes de la entidad. ¿Qué significa ese reconocimiento? Ángel lo tiene claro: es para todos los que le acompañaron en el camino. «A la Junta Directiva, que a veces me miraba como diciendo “se te fue la pinza”, y al equipo de las oficinas, al diseñador gráfico Víctor Miranda… A todos los que trabajaron conmigo codo con codo».
Todo ese esfuerzo, recuerda, era voluntario. Sin remuneración. Quitando tiempo al trabajo, a la familia, al ocio. «No sé de dónde lo sacábamos, pero lo hacíamos todo. A cualquier hora, en cualquier momento. El tiempo se saca».
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