Ana Barredo y María Prada: «No podemos mirar hacia otro lado»
Ana Barredo y María Prada no se conocían hasta hace unos días. Una es profesora de yoga y meditación, la otra hostelera. Ni siquiera tienen edades similares, pero hoy caminan juntas dentro del movimiento vecinal Terra en pé, el grupo vecinal que en tiempo récord ha convocado la manifestación del 11 de septiembre a las 20.30 horas en la plaza del Concello de O Barco, bajo el lema «Arde Valdeorras, arden nuestros corazones».
«Lo que me mueve ahora mismo es la indignación», dice Ana sin titubeos. «La resignación es pasiva y yo no quiero quedarme ahí. Necesitamos transformar esa rabia en acción, y lo que está en nuestra mano es salir a la calle el día 11. Tenemos que decir con nuestra presencia que nos importa y que nos duele».
A su lado, María confirma la magnitud de la respuesta: «La gente quiere hacer, está con todo. Hemos invitado a todos, a alcaldes, concejales, vecinos. Solo con acudir o compartir la convocatoria ya nos están ayudando a cambiar algo».
Ana no oculta que lo ocurrido este verano ha sido un punto de inflexión: «Estamos perdiendo un pedazo de nosotros. No podemos rendirnos ni esperar a lo siguiente, porque ¿qué más tiene que pasar?». Su discurso es directo, sin adornos, y transmite una urgencia compartida por muchos vecinos: «Tenemos que estar en el mapa, que se nos tenga en cuenta. Salir el día 11 no es una opción, es una necesidad».
Para ella, la manifestación no es un fin, sino un comienzo. «Queremos una Valdeorras viva, una Valdeorras verde. Que se sepa que de esto no queremos más. Aunque solo sea para nosotros mismos, necesitamos sentir que no nos resignamos, que seguimos luchando».
María añade una visión complementaria: «Queremos una reforestación responsable, prevención real de incendios y cuidado de nuestra fauna autóctona. No podemos permitirnos más abandono. Cada paso que damos hoy marca el futuro de nuestros hijos y nietos».
Ana insiste en que se trata de un movimiento ciudadano que está organizando una gran manifestación. No quieren dinero, y de hecho no se está solicitando. Pero como ocurre casi siempre, algunos intentan aprovecharse de cualquier tipo de movilización y están solicitando donativos en su nombre. Ana es tajante: «No estamos pidiendo dinero, que nadie caiga en la estafa».
La semilla que prendió
Ambas coinciden en que la chispa saltó en una reunión celebrada en el Concello la semana pasada. «Fue la semilla», recuerda Ana. «Ahí nos encontramos personas que asumimos la responsabilidad de actuar, que no nos resignamos. Mucha gente me dice que no vamos a conseguir nada. Pero yo no me rindo. No concibo quedarme quieta viendo cómo nos arde la vida delante».
«Esto es mucho más que una manifestación», añade. «Es un acto emocionante y bello de unión. Da igual de dónde seas, si de Larouco, de San Vicente o de otro pueblo. El dolor es el mismo. Y tenemos que hacer algo con él».
En paralelo a la movilización en la calle, está en marcha el movimiento Salvemos Valdeorras, que ha registrado un documento con siete medidas urgentes y ha iniciado una recogida de firmas en la comarca.
«Es muy fácil encontrar los carteles de Salvemos Valdeorras. Están en la mayoría de los establecimientos de O Barco gracias al apoyo del Centro Comercial Abierto», explica María. «Queremos reunir el mayor número posible de apoyos porque son necesarias medidas de verdad, no parches».
El texto reclama planes de prevención en todos los concellos, cortafuegos y perímetros de seguridad en los pueblos, protocolos claros de emergencia en las aldeas, más implicación en programas autonómicos y estatales, vigilancia permanente en espacios naturales como la Serra da Enciña da Lastra o el Teixadal de Casaio, y un plan de recuperación sostenible de las zonas quemadas.
«Esto no va de política, va de dignidad»
Ana insiste en que el objetivo es común: «No me resigno. Esta es mi manera de ser coherente con lo que siento. Y lo que siento es que necesitamos un cambio. Tenemos que salir a la calle a expresarlo». María subraya el valor de la acción colectiva: «Si en pleno fuego fuimos capaces de cargar cubos de agua, buscar mangueras, llevar comida para los vecinos y pienso para los animales, ¿cómo no vamos a ser capaces de firmar o acudir a una manifestación pacífica?».
Ana lo completa con una reflexión: «No se trata solo de los incendios. Nos están dejando los últimos de la fila: sin transporte, sin hospital, sin servicios. Y ahora nos han quemado el verde, que era de lo poco que nos quedaba. Si no actuamos ya, ¿cuándo lo vamos a hacer?».
Ambas organizadoras ,parte solo de un grupo mucho más numeroso, reconocen que no todo el mundo se implicará del mismo modo, pero confían en que la manifestación sea el punto de partida de algo mayor. «Cada gesto cuenta. Aunque solo sea acudir, ya es estar al lado del vecino que lo ha perdido todo», resume Ana. María coincide: «Esto no va de esperar a que otros hagan algo. Es nuestro deber actuar. Una voz, más otra voz, más otra voz… así empieza todo».
Las dos lanzan un llamamiento claro: «Ojalá todo el mundo se una. Juntos somos más fuertes, que nadie lo dude».
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