
Estar en internet de manera eficiente, sin perder la cabeza ni el bolsillo, es posible y, actualmente, también es obligado. Si el negocio no aparece o no ofrece información clara, se estará perdiendo una fabulosa oportunidad de venta y crecimiento empresarial. Por eso, tener una página web sencilla, aunque sea básica, representa un principio fundamental para comenzar a destacar. No tiene que ser espectacular ni costosa, de hecho, bastará con que cuente quién se es, qué se hace y cómo pueden encontrarla.
Un paso que muchos pasan por alto, pero que ofrece enormes ventajas, es tener un business mail, es decir, un correo electrónico profesional con un dominio propio (como tallerpaco@misoluciones.com). Puede parecer un detalle sin importancia, pero transmite seriedad, confianza y ayuda a separar tu vida personal de la profesional, además de dejar una buena impresión al cliente.
Redes sociales y facturación sin líos
Las redes sociales pueden y deben ser las mejores aliadas si se usan con cabeza. No es necesario estar en todas, con una cuenta bien llevada en Facebook o Instagram, en ocasiones, es suficiente. Lo importante es estar donde están los clientes y mantener un mínimo de actividad, como subir una foto, avisar de una oferta, compartir los proyectos... Eso, en una comarca como Valdeorras, sigue teniendo mucho peso.
Otro tema importante es la facturación online que cada vez más pequeños negocios usan sin necesidad de ser expertos en informática. Existen programas muy fáciles de manejar que permiten emitir facturas, llevar cuentas y olvidar el papel, para que cuando toque rendir cuentas, todo esté en orden.
Para empezar no es necesario ser técnico ni especialista, hoy en día hay tutoriales, ayudas públicas, y hasta formaciones gratuitas que enseñan habilidades digitales para los pequeños empresarios, desde lo más básico hasta lo más avanzado.
Digitalizar sin dejar de ser uno mismo
A veces se confunde digitalizar con volverse frío, impersonal o depender demasiado de la tecnología. Pero eso es un error, la clave está en usar las herramientas adecuadas para reforzar lo que ya se está haciendo bien (cercanía, trato directo, conocimiento del cliente, buenos productos, excelente servicio…). Ser digital no es dejar de ser de pueblo, es seguir siéndolo… pero con más recursos para llegar más lejos.
En la comarca ya hay ejemplos de sobra: talleres que agendan citas por WhatsApp, casas rurales que reciben reservas desde su web, tiendas que venden más gracias a su perfil de Instagram. Y ninguno ha tenido que cambiar quién es.