En Valdeorras pueblo seguimos nuestro recorrido esta vez nos dirigimos a Casoio una ventana abierta a la devoción y a las explotaciones pizarreras
Nos adentramos en rincones que solo sus moradores conocen, descubrimos la riqueza natural y artística, develamos secretos de una tierra y de sus gentes.
Conocemos las aldeas de la comarca de la mano de sus vecinos, que compartirán su manera de vida, tradiciones, historia…
En Valdeorras Pueblo a Pueblo, hacemos parada en Casoio en el municipio de Carballeda de Valdeorras cuyo templo es uno de los más monumentales de la comarca.
Nuestro viaje comienza en O Trigal. Aunque no es la carretera habitual de acceso, elegimos este camino para emprender una ruta que nos guiará hasta una capilla cargada de significado.
Desde la carretera OU-122, nos adentramos por un camino de tierra, flanqueado por restos de pizarra que se amontonan en antiguas escombreras, mientras el Alto da Picota parece vigilarnos desde lo alto.
El camino desciende hacia el río Casoio, del que toma nombre nuestro destino. Sus aguas discurren serenas a los pies de la ladera donde se asienta el pueblo. Antes de ascender por la zigzagueante carretera que lleva al núcleo, hacemos un alto en medio del trayecto para contemplar la Capilla de San Cosme.
Cada 27 de septiembre, en esta capilla situada sobre un ribazo del río, se celebra la festividad de San Cosme y San Damián. Una tradición profundamente arraigada: lo que antaño eran caballerías que transportaban a vecinos y familias para disfrutar de una comida campestre en los prados, hoy son todoterrenos y mesas plegables que sustituyen a los manteles extendidos sobre la hierba. La esencia, sin embargo, permanece intacta: una jornada familiar donde la comida es abundante y el ambiente, festivo.
Hubo misas y procesión, feria caballar, juegos de bolos, pulpo y baile, animado por dos orquestas: la de Casoio y la de A Portela do Trigal.
Dejamos atrás la capilla para continuar nuestro ascenso a Casoio, uno de los lugares de Valdeorras con documentación escrita más antigua, con referencias que se remontan al año 930, pleno siglo X.
La iglesia de San Julián nos da la bienvenida. Es uno de los templos más monumentales de Valdeorras. En el siglo XVIII fue la tercera en rentas de toda la comarca. Este curato pertenecía a la Casa Lamela, de San Salvador de Quiroga, cuyo escudo de armas se puede contemplar en el altar mayor.
A esta casa perteneció José Ramón Quiroga y Uría, abad durante la Guerra de la Independencia. Su tumba continúa delante de la puerta del templo, recordándonos su figura. Él fue el impulsor de la construcción de la elegante y hermosa espadaña, donde pueden leerse hasta tres inscripciones. El altar mayor es una joya, un magnífico ejemplo del manierismo en Valdeorras.
Junto a la iglesia se levanta la antigua casa donde, según cuentan los vecinos, se disfrutó de tiempos de gran opulencia. Allí habrían vivido los clérigos y quienes servían al curato. Hoy, lamentablemente, se encuentra en ruinas, pero aún deja entrever su importancia pasada.
Casoio se distribuye en dos barrios, el de arriba y el de abajo, y presume de numerosos lugares cargados de identidad: A Nogal Grande, O Pedazo, A Treita, A Caborca, A Quella, Castro, Penelas, O Barreal, Fonte dos Cabalos, O Pacio, Peneliñas, A Casiña, As Fontes, As Bodegas, Quintas, As Cortes y A Fraga.
Sus vecinos nos contaron sus historias; cómo se trabajaba en las primeras canteras de pizarra, cómo se ganaba la vida, lo dura que era la existencia en aquellos tiempos. Nos hablaron de cómo iban a la fiesta de San Cosme y con qué devoción cantaban la salve a la Virgen de los Dolores… Un legado vivo transmitido por quienes mejor conocen estas tierras.
Casoio es un auténtico balcón sobre el lecho del río que le da nombre, un mirador natural desde el que se divisan las estribaciones de Trevinca y también la huella humana en la explotación de la pizarra.
Dejamos atrás las voces de sus gentes, los caminos entre castaños, la iglesia de San Julián, la capilla de San Cosme y San Damián, el murmullo del río Casoio…
Nos llevamos recuerdos y hospitalidad, el calor de un pueblo que sabe mantener viva su historia.
Gracias a los vecinos de Casoio por abrirnos sus puertas. Nos vemos en la próxima parada de Valdeorras Pueblo a Pueblo.
            
              